Nicolás De La Rosa, un septuagenario samario y empedernido estudioso de los servicios públicos domiciliarios, dice ser testigo de cómo Santa Marta ha padecido por años por la falta de agua potable, pero igualmente por la forma poco confiable cómo los gobernantes han manejado el problema.
Confiesa que pensó que la llegada de Metroagua, en el año 1989, sería la redención, pero no fue así, pues los problemas aumentaban al ritmo del crecimiento de la población al igual que la burocracia en la empresa.
El hombre recuerda que el trasvase del Río Piedrastrajo trajo consigo un desarrollo constructivo especialmente en el sector de Los Cocos, pero tiempo después este auge cayó, precisamente porque el agua escaseó.
De la Rosa sostiene que cuando apareció la Essmar, en el 2019, retomó la esperanza y asegura que 'aunque con altibajos, notaba que las cosas estaban mejorando', una opinión con la que no están de acuerdo muchos samarios a raíz de las irregularidades que han padecido en la prestación del servicio.
Hoy, cuando la empresa es intervenida por la Superservicios, Nicolás De La Rosa está preocupado porque 'los planes de mejoramiento emprendidos se traben y se vuelva a partir de cero'.