Compartir:

La frustración de los habitantes de Salamina en el 2021 alcanza niveles tan altos como los del río Magdalena.

Aunque pensaron que este año sería el fin de una angustia colectiva que surgió por culpa de la erosión, no ha sido así, la orilla se cae a pedazos y el río acecha. '¡Solo queda creer en Dios!', afirman.

La desesperanza los abraza, la fe se desvanece y el desaliento se convierte en el enemigo de la perseverancia. La lucha de los salamineros es también contra el pesimismo.

'No es posible que a estas alturas aún estén diseñando y esperando estudios, cuando desde el 2019 ya se tiene información técnica de lo que hay que hacer', dijo el ganadero Benjamín Santos.