Tener una mascota es alegría, pero también un gran compromiso que nos debemos hacer a largo plazo. Todos los animales domésticos necesitan amor, pero antes de decidir si queremos tenerlos en casa hay que tener en cuenta algunas condiciones como el espacio con el que contarán, la cantidad de tiempo que podremos dedicarles en el día y la duración por la que estamos dispuestos a asumir esta obligación.
Para algunas familias comprar un perro o un gato es una opción, sin embargo, muchas otras prefieren contar con la compañía de estos animales a través de un proceso de adopción.
Al adoptar se le está dando hogar a un animalito abandonado que se mostrará más agradecido con su familia, se les enseña a los niños que esta es una decisión que viene con una responsabilidad que va más allá de una transacción en una tienda y si se quiere pensar en la economía, resulta más barato. Los anteriores, según varias fundaciones consultadas, son algunos beneficios de este proceso que usualmente cuenta con el acompañamiento de la casa hogar que ofrece este servicio.
En Barranquilla existen muchas fundaciones que cuentan con gatos y perros disponibles para adoptar. Algunos de ellos terminan allí abandonados por familias, que por diferentes razones decidieron no hacerse más cargo de ellos, o porque son recogidos de la calle.
Melissa Ramírez es una barranquillera que se encarga de recibir y cuidar a perros y gatos hasta poder ubicarlos en hogares donde estén dispuestos a brindarles cariño. Esta labor la logra a través de su fundación Sawabona.
'Cuando una persona decide adoptar es porque siente que tiene algún vacío o quiere compañía y el animal, después de haber sido maltratado y sufrido tanto, está a la espera de esa persona que le de protección, entonces, es algo recíproco', dice la médica de profesión sobre los beneficios de contar con una mascota.
Además, agrega que en ese momento la persona va a sentir que hizo 'una obra de buena fe' porque sacó a un animal de la calle y le puede dar compañía y una mejor calidad de vida; 'también la experiencia porque con ellos se viven muchos momentos de alegría y aprendizaje'.
Sobre las familias que se acercan a su fundación, Ramírez dice que en muchas ocasiones se trata de padres que quieren inculcar en sus hijos el amor por los animales y lo que significa adoptar, además de adquirir obligaciones. 'Hay muchos papás que llegan y les dicen a los niños que escojan el animal que quieran con la advertencia de las responsabilidades que les corresponden como pasearlos, alimentarlos, peinarlos, entre otras. Eso los enseña a seguir ordenes, a ser más organizados y a tener una rutina con su mascota', dice.
En otros casos, añade, son personas que han tenido pérdidas de personas u otro animal, quienes reconocen que adoptar a un perro o un gato no reemplaza a su ser querido, pero les trae alegría y los ayuda a sobrellevar la situación.
Igualmente, hay personas que llegan buscando un animal para regalar. El problema, dice Melissa, es que días después lo devuelven porque no tuvieron la paciencia suficiente para lidiar con su temperamento y sus mañas, en el peor de los casos los tiran a la calle.
'Yo prefiero que me los devuelvan porque la idea es que no estén deambulando por ahí expuestos a cualquier tipo de maltrato', manifiesta Ramírez.
A aquellos que quieren adoptar, la dueña de la fundación Sawabona les aconseja que tengan mucha paciencia, que no se limiten a una raza o un tamaño en específico aunque pide que tengan en cuenta que los mediamos y pequeños son perfectos para vivir en un apartamento. También recuerda que uno de los beneficios de tener perros 'criollos' es que no se enferman tanto y que 'el mismo amor se le debe dar a cualquier raza de perro'.
'Muchos piden cachorros, pero no tienen la paciencia para entrenarlos. A los adultos se les indica una semana y ya saben dónde tienen que ir a hacer sus necesidades o esperan su tiempo de paseo, por ejemplo'.
Melissa Ramírez tiene 28 años y recuerda que a los 10 rescató a su primer animal. Inicialmente sus padres no estaban de acuerdo, pero seis años después ambos le ayudaron a patentar la fundación. Entre risas recuerda esos primeros años: 'Yo metía a los animales en la casa y no se daban cuenta. Mis hermanas veían las fotos que yo publicada en redes sociales y les decían que estaban escondidos debajo de la cama y cosas así. Ya les tocó aceptarlos'.