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Por primera vez se publica, en Colombia, una revisión histórica de la transformación de los ecosistemas del país, así como un examen detallado del estado actual de la biodiversidad y de sus servicios ecosistémicos.

Todo ello está contenido en el ‘Colombia Viva – Informe 2017’, realizado por WWF-Colombia a la luz de estudios elaborados por los más reconocidos centros de investigación e instituciones científicas del país.

En el país se han identificado 85 grandes tipos de ecosistemas y se calcula que 31,3% del área de estos últimos ha sufrido alguna transformación. Por ejemplo, solamente entre 1985 y 2005, la tasa anual de pérdida de los ecosistemas de páramo alcanzó un 17%.

En el informe se nombran 20 ecosistemas (25% del total en el país) que se encuentran en estado crítico (CR) y 17 ecosistemas en peligro (21% del total). Sumados, conforman casi la mitad de los ecosistemas nacionales. Este alarmante deterioro de la base natural de recursos en el país compromete seriamente la supervivencia de muchas especies y limita la provisión de servicios que permiten la supervivencia y bienestar de los colombianos.

Especies amenazadas

De acuerdo con la información consignada en los Libros Rojos de Especies Amenazadas de Colombia, 2,22% de las especies presentes en el país se encuentran en una de las tres categorías de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Peligro Crítico, Amenazada oVulnerable).

De las 1.853 especies de plantas evaluadas, 665 (36%) se encuentran amenazadas de extinción. La situación de la fauna terrestre colombiana es también preocupante: de 284 especies de animales terrestres, 41 están en Peligro Crítico, 112 Amenazadas y 131 son Vulnerables. De avanzar estas tendencias, Colombia tendría que borrar de la lista de su biodiversidad especies de abejas que cumplen funciones críticas de los ecosistemas, o colibríes, paujiles, loros y monos araña, entre otros.

Por su parte, la mayor cantidad de especies animales dulceacuícolas amenazadas son peces. Las cuencas de los ríos Magdalena, Orinoco y Amazonas presentan signos claros de una declinación alarmante de sus pesquerías. Las capturas en la cuenca del Magdalena disminuyeron casi 90% desde la década de 1970, los desembarcos pesqueros en la cuenca del Orinoco declinaron 85 % entre 1997 y 2009, y en la cuenca del río Putumayo el descenso registrado entre 1992 y 2009 fue cercano a 80%. El bocachico del Magdalena (Prochilodus magdalenae) o el bagre tigre (Pseudoplatystoma fasciatum) prácticamente han desaparecido de las cocinas de los colombianos.

Un nuevo contexto

Este estudio hace énfasis en que el país cuenta con una población en crecimiento que demanda cada vez más recursos, así como con una economía sustentada en principios que ponen en riesgo la supervivencia de un número creciente de especies de fauna y flora en el futuro.

No obstante, según el documento, el contexto de postconflicto ofrece un inmenso potencial de transformación para el país. Con el apoyo del Estado, el sector privado y la inversión extranjera, sostiene el informe, se podrían poner en marcha diversos planes de desarrollo y de reconstrucción ecosistémica.

Además de contribuir a que, en el año 2025, el desarrollo socioeconómico de Colombia sea incluyente, equitativo y bajo en carbono, WWF-Colombia busca que ese desarrollo esté basado en la valoración de sus servicios ecosistémicos y en una adecuada gobernanza institucional, social y política a nivel local, nacional, regional e internacional.

Para avanzar en la consecución de este ambicioso propósito, WWF-Colombia ha formulado un plan de conservación que se fundamenta en tres grandes estrategias, enmarcadas en líneas temáticas transversales definidas por la organización a nivel mundial:

-Diversificar los enfoques al momento de abordar el mantenimiento futuro de los complejos gradientes ambientales, responsables de la enorme biodiversidad de Colombia, y de la provisión de servicios ecosistémicos.

-Implementar mecanismos para una gobernanza social, política, legal e institucional efectiva. Esto incluye procesos de interacción y toma de decisiones libres e informadas con diferentes actores, con el propósito de generar acuerdos sociales, legales, políticos e institucionales para el adecuado acceso y uso de los recursos naturales, su conservación y un desarrollo bajo de carbono.

-Desarrollar mercados y sistemas financieros en los que la planeación sectorial y los modelos de producción y aprovechamiento reduzcan la deforestación, los cambios de uso del suelo o la sobreexplotación de recursos