Cada vez con más frecuencia, el estacionamiento del pequeño puerto histórico de Annapolis, cerca de Washington, se inunda, incluso cuando hace buen tiempo. El agua sube a través de dos grandes ductos de ventilación en el suelo, empujada por la fuerza de una marea que crece de manera persistente.
Cuando el parking se convierte en una laguna nadie resulta herido, los techos de los edificios no se caen, la zona no es evacuada. Este tipo de eventos 'microextremos' es menos dramático que los huracanes, cuya multiplicación se atribuye al cambio climático.
Pero su coste económico no es insignificante: menos turistas y residentes locales vienen a pasear y a hacer compras o comer en alguno de los 16 comercios del puerto.
Los investigadores de la Universidad de Stanford están tratando de cuantificar esas pérdidas a través de un nuevo método, publicado el viernes en la revista Science Advances, con la esperanza de que estos cálculos, replicados a escala nacional e incluso local, ayuden a tomar conciencia sobre las consecuencias actuales y diarias del calentamiento global.
'A menudo pensamos en el cambio climático y el aumento del nivel de los océanos como grandes temas que suceden a nivel mundial, pero las inundaciones durante la marea alta son una de las consecuencias en la vida cotidiana', dijo Miyuki Hino, una estudiante de doctorado de Stanford y coautora del estudio.
Los investigadores recolectaron metódicamente fotos y videos del estacionamiento para determinar los días de las inundaciones por marea alta: 63 en 2017, frente a una media de cuatro en la década de 1960.
Después calcularon la baja correlativa en el número de visitantes, con los datos de los ingresos de vehículos del aparcamiento de pago. Y finalmente estimaron la pérdida de ingresos de los comercios.
Su conclusión: 3.000 visitas menos en 2017, con una pérdida de entre 86.000 y 172.000 dólares. Es relativamente poco, apenas un 2% menos de visitantes. Pero eso podría duplicarse si el nivel del agua sube más de 7 cm. Y con 30 cm, un escenario no descabellado para mediados de siglo, la baja alcanzaría 24%, advirtieron.