La disponibilidad de los alimentos, su porcentaje nutricional y el acceso de las personas a estos, son los tres pilares que definen el concepto de seguridad alimentaria. Sin embargo, hay varios factores que imposibilitan que los alimentos seguros lleguen a la mesa de los hogares colombianos.
Ampliando la definición, es vital la existencia de alimentos consumibles, el factor monetario para conseguirlos y que haya una constante en la obtención de estos, es decir, que la situación alimentaria no se vea aplacada en el tiempo por la incertidumbre.
Frente a este panorama, la inseguridad alimentaria aparece cuando no se consumen los alimentos idóneos o, en su defecto, no hay alimentos por consumir. Situándonos en la región Caribe, a finales de abril de 2021 salió el informe ‘Pobreza y desigualdad en la región Caribe colombiana, ¿cómo recuperar la senda del desarrollo sostenible?’ del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que indica que la crisis sanitaria habría lanzado a la situación de pobreza a unas 820.000 personas de esta población.
Asimismo, la encuesta aplicada en febrero de 2021, de la iniciativa ciudadana que hace monitoreo y evaluación a la calidad de vida urbana, Barranquilla Cómo Vamos, arrojó que el 39% de los encuestados expresó que ellos o un miembro del hogar pasaron hambre por falta de recursos durante la pandemia. El número se eleva al 45% cuando se revisa el área metropolitana de la ciudad.
En conclusión: hay un problema innegable de inseguridad alimentaria en la ciudad y en la Región. No obstante, se están generando alternativas para que la calidad de vida de los hogares barranquilleros y atlanticenses mejore y se aumente el consumo de alimentos. A su vez, algunas de las estrategias, como los huertos urbanos, además de contribuir a esta causa, ayudan en el cuidado del medioambiente.
Huertos urbanos
Las también llamadas huertas caseras, son pequeños espacios utilizados para producir vegetales, hortalizas y frutas, con el fin de ayudar a las familias a reducir los gastos alimentarios y satisfacer al autoconsumo.
El Sena, en alianza con la Fundación Acesco, lleva a cabo su programa piloto de seguridad alimentaria, precisamente para contrarrestar esta problemática en las familias y, además, contribuir en la cosecha de productos orgánicos que no le hagan daño al cuerpo humano, ni a la madre tierra.
'Estos huertos los implementó el Gobierno con el fin de que hubiera seguridad alimentaria en las casas, minimizar costos y para que no se consuma tanto producto químico. Además, para que los atlanticenses estén en contacto directo con la naturaleza, que pasen más tiempo en familia, que las nuevas generaciones se involucren en la siembra y potenciar la agricultura local', indicó a EL HERALDO Roberto Carlos Brun, ingeniero agrónomo e instructor del Sena.
De este programa ya se han beneficiado 300 personas y 67 mujeres, entre ellas, Cándida Suárez, una madre cabeza de hogar que tiene su propio huerto casero.
Suárez vive en el barrio San Martín, en Malambo, Atlántico. Es madre de 10 hijos, vive actualmente con 3 de ellos y es el sustento de su hogar hace 10 años, desde que su esposo falleció.
'Tengo mi huerta casera con cultivos de yuca, plátano, guineo y ajonjolí. Esta pandemia ha sido un momento muy crítico y no tuve más que sembrar. Hubo un tiempo de verano, pero ahora Dios está enviándonos la bendición con los cultivos. Quiero seguir sembrando, con esto comemos toda mi familia', expresó.