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Gabriela Casuso podía ir decenas de veces al Zoológico de Barranquilla y no aburrirse, solo para hipnotizarse con lo mismo de siempre: la manatí. Aunque ella tampoco se explica por qué ese enorme animal la cautivaba tanto, lo cierto es que ese es el origen de una conexión que pareciera eterna con el océano y todo lo que habita del mar hacia dentro.

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