Desde 2012, cada 21 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques, fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el propósito de reconocer y recordar la importancia de preservar estos ecosistemas esenciales para la vida en el planeta.
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En ese sentido, se insta a los Gobiernos del mundo a adoptar iniciativas a nivel nacional e internacional para la realización de actividades relacionadas con los bosques y los árboles, como, por ejemplo, campañas de plantación.
En esta ocasión, desde la Universidad del Rosario el llamado es a reflexionar sobre el incalculable valor ecológico, pero también la alarmante crisis de deforestación que enfrenta la selva amazónica colombiana.
Simón Uribe, profesor del Programa Gestión y Desarrollo Urbanos de la Universidad del Rosario, advierte que en la última década cerca de un millón y medio de hectáreas de bosque han sido destruidas, según datos de Global Forest Watch.
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“Esta pérdida no solo implica la liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, sino también un grave impacto sobre la biodiversidad de la región”, alerta el docente.
Pone de presente que la selva amazónica cumple un papel fundamental como regulador climático, absorbiendo carbono y contribuyendo a la estabilidad del clima global. Además, es un reservorio de agua esencial que influye en los ciclos hídricos y abastece a millones de personas.
“Sin embargo, su deterioro pone en riesgo la supervivencia de las comunidades locales y la riqueza natural que resguarda”, lamenta Simón Uribe.
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Por esto considera que la protección de la selva es una tarea urgente que requiere la participación de diversos actores. Destaca que de manera permanente las comunidades campesinas, negras e indígenas promueven el cuidado del ecosistema defendiendo sus territorios, pero “sus voces suelen ser marginadas en las decisiones políticas, por ello es fundamental garantizar su inclusión en los debates y estrategias de conservación”, agrega el académico.
Para Uribe es necesario reafirmar el compromiso con la protección de la Amazonia colombiana y en ese sentido es clave la cooperación internacional.
“Iniciativas como el Acuerdo de Escazú pueden contribuir a una gobernanza forestal más efectiva, promoviendo la protección ambiental y los derechos de las comunidades afectadas”, resalta.
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Concluye su mensaje recordando que la lucha contra la deforestación exige esfuerzos coordinados entre gobiernos, comunidades locales y organizaciones ambientales.
“Solo con acciones concretas, participativas y sostenibles se podrá garantizar la preservación de este ecosistema vital para las generaciones futuras”.