Compartir:

Este sábado 22 de marzo, de 8:30 p. m. a 9:30 p. m., el mundo entero tiene una cita con el planeta. Millones de personas apagarán sus luces para unirse a La Hora del Planeta, el movimiento ambiental más grande del mundo. Pero este año, la acción va más allá del simple acto simbólico de apagar la luz. En 2025, el mensaje es claro: “Así no la veas, el agua está en todo. En esta Hora del Planeta, ¡cuídala!”.

Esta edición coincide con el Día Mundial del Agua, un recordatorio urgente de que este recurso esencial para la vida enfrenta amenazas graves.

En Colombia, un país considerado una potencia hídrica, la realidad es más compleja de lo que parece. Aunque cuenta con el 20 % del agua dulce de América Latina, según datos de WWF Colombia, muchas regiones enfrentan dificultades en el acceso, contaminación y sobreexplotación de sus fuentes. La abundancia no significa que el agua esté garantizada para todos.

Colombia es un país de ríos caudalosos, páramos únicos y lagunas que abastecen a millones de personas. Sin embargo, esta riqueza hídrica está en riesgo. El cambio climático, la deforestación, el mal manejo de residuos, la sobreexplotación del recurso y la falta de acceso al agua potable afectan cada vez más a comunidades enteras.

Ferney Díaz, coordinador de Sostenibilidad y Movilización en WWF Colombia, explica a EL HERALDO: “Nadie duda de que el agua es importante, pero ¿qué significa realmente en un país como el nuestro? Somos una potencia hídrica, sí, pero también tenemos regiones con escasez, lugares donde el líquido abunda, pero no es potable. Además, el cambio climático nos enfrenta a periodos de sequía cada vez más extremos, que no solo afectan la disponibilidad del agua en los hogares, sino también la producción de alimentos y el abastecimiento de energía”.

El problema es global, pero sus efectos los sentimos todos. En el último año, el planeta registró las temperaturas más altas de la historia, con océanos más cálidos y eventos climáticos extremos que han provocado incendios, huracanes y sequías sin precedentes.

JORGE GARCIA/WWF ColombiaFotografía del Río Bita en el Vichada.

Más que un apagón

Desde su creación en 2007, La Hora del Planeta, liderada por WWF, ha demostrado que las acciones individuales pueden generar grandes cambios. Lo que comenzó como un simple apagón simbólico en Sídney, Australia, se ha convertido en un movimiento global en más de 190 países. Y este año, el llamado no es solo a apagar la luz, sino a hacer conciencia sobre el uso del agua y cambiar nuestros hábitos diarios.

“El agua está en todo lo que consumimos. No solo en lo que bebemos, sino en la producción de nuestra ropa, los alimentos y hasta los dispositivos electrónicos que usamos a diario. Se estima que el 70 % del agua dulce del mundo se destina a la producción de alimentos, por lo que, cada vez que desperdiciamos comida, también estamos tirando litros y litros de agua”, añade Díaz.

Cuidar el agua no solo significa cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes o nos lavamos las manos. Es tomar decisiones conscientes: consumir solo lo necesario, evitar el desperdicio de alimentos, reutilizar y reciclar, elegir productos que requieran menos agua para su producción y, sobre todo, exigir políticas de conservación a los gobiernos y empresas.

Una hora que hace diferencia

Participar en La Hora del Planeta es fácil, pero su impacto depende de lo que hagamos después de esa hora. No se trata solo de apagar la luz, sino de encender la conciencia. Cada pequeño gesto cuenta: cambiar hábitos en el hogar, compartir información, involucrarse en iniciativas ambientales o simplemente reflexionar sobre el papel del agua en nuestras vidas.

Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional, lo resume así: “Nunca ha habido tanto en juego. El año pasado fue el más caluroso de la historia y marcó la década más caliente, con las temperaturas oceánicas más altas jamás registradas. También hemos sido testigos de incendios forestales, tormentas y sequías históricas. Nuestro mundo está en peligro y nos acercamos rápidamente a peligrosos puntos de inflexión climáticos de los cuales ecosistemas claves podrían no recuperarse”.

Laura Feged/WWF Colombia