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En China el río Qiantang se tiñe de rosado, azul, naranja, verde, o del color que sea tendencia en las pasarelas del mundo. Como este son varios los ríos contaminados en esta parte del planeta que ha sido elegida por las grandes marcas textiles para la fabricación de su mercancía. Las organizaciones ambientalistas calculan que el 70% de las aguas dulces del país asiático están contaminadas por residuos producidos por la industria de la moda.

China es solo un ejemplo de un fenómeno que ocurre en países súper poblados en los que la manufactura de bajo costo y la producción masiva convierten a la industria de la moda en una de las principales responsables de la contaminación mundial. De hecho ocupa el segundo lugar del ránking de las más contaminantes, después de la petrolera, según Greenpeace.

El sobreconsumo de moda últimamente se ha convertido en furor con el llamado Fast Fashion o pronta moda, un concepto que consiste en producir lo más rápido posible para capturar la tendencia, creando productos desechables de corta duración y que convierten nuestro clóset en un desastre ambiental. 

'En la pronta moda los procesos son mas fáciles y mas rápidos, pero también son mas contaminantes. Además, están ligados con un montón de cosas que no es solamente la contaminación, sino la esclavitud moderna, que es el trabajo en menores de edad y el reclutamiento de personas en condiciones infrahumanas para poder cumplir esa meta de que la ropa sea muy barata y desechable', explicó a EL HERALDO Franklin Ramos, maquillador y asesor de imagen de celebridades.

Cuando compramos una camisa, un pantalón, un jean o una falda quizá no sabemos que la persona que lo ha fabricado está sometida a una continua explotación o que los tintes que le dan el color a las prendas están afectando al planeta. Sin embargo las personas siguen siendo esclavas del consumismo y afán de ir a la vanguardia de las tendencias. 

'La pronta moda es todo lo que vemos ahora, un tema de sacar tendencias muy rápido y consumirla igualmente de una manera rápida. Así como van saliendo las prendas, así se van consumiendo y así se van desechando, es como una cadena que nunca acaba', comentó Laura Echevarría, bloguera e influencer de moda.