Por María Mónica Acuña B.
Según el reporte de las distintas comisarías de familia en la ciudad, de las 263 denuncias recibidas por mujeres, 110 fueron por violencia física, verbal y psicológica. Aquí hacemos una radiografía de la situación.
La cuarentena ha traído consigo muchas dificultades en la cotidianidad de los habitantes de esta ciudad, pero hay mujeres que además de ello están sufriendo un doble padecimiento: 'La violencia que no da tregua en sus hogares'. Algunas de ellas están confinadas con quienes pueden hacerles más daño que el virus, sus agresores.
La violencia de género en Barranquilla se ejerce mayoritariamente en el espacio privado. Así lo deja en evidencia la Corporación Sisma Mujer, en su Boletín Especial No.20. 'Comportamiento de las violencias contra las mujeres en el Marco de la pandemia del COVID-19', y lo detalla el Instituto Nacional de Salud en su tercer informe acerca de la violencia intrafamiliar en el país, en donde el 80,9 de los casos tienen a las mujeres como victimas centrales en estos tiempos de confinamiento.
Las consecuencias de la violencia para la salud de las mujeres, pueden ser inmediatas y agudas, duraderas, crónicas o mortales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla que cuanto más grave es el maltrato en la vida de las mujeres, mayores son las repercusiones sobre la salud física y mental de ellas. Además, esas consecuencias pueden persistir mucho tiempo después de que haya cesado el maltrato. Las consecuencias de la violencia tienden a ser más graves, cuando las mujeres sufren más de un tipo de violencia (por ejemplo, física y sexual) o episodios repetidos con el transcurso del tiempo.
La pérdida del trabajo, la inestabilidad económica y la ansiedad pueden generar en los maltratadores una sensación de pérdida de poder, que puede elevar los comportamientos abusivos, la frecuencia y la severidad de la violencia en casa.
Así las cosas, la violencia de género en cuarentena ha generado un aumento de las situaciones de riesgo en la vida de las mujeres que viven en Barranquilla, donde muchas de ellas han sufrido violencia física, sexual, psicológica, verbal y económica sin hacerlas públicas.
Estefany Mosquera, Licenciada en Ciencias Sociales y Coordinadora de la Red de Mujeres Jóvenes del Atlántico, una organización de la sociedad civil que acompaña a mujeres víctimas de estas violencias en la ciudad, señala que una gran parte de las féminas que viven este tipo de episodios no denuncian a su agresor por miedo a más represalias, amenazas o que otro miembro de la familia viva tal experiencia. Algunas no lo hacen, porque no confían en las rutas propuestas por los gobiernos locales o por miedo a vivir un segundo momento de violencia; ya sea por inexperiencia de los funcionarios con este tipo de casos —en donde muchos ponen en duda lo relatado por ellas, generándoles aumento del estrés, ansiedad y hasta episodios de intentos de suicidio ante un posible linchamiento a las víctimas— o a causa de la escasa efectividad en la judicialización de los agresores.