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Las enfermedades no tienen fronteras y la ignorancia menos, esa mata a cualquiera/ Personas que no comprenden el estado en el que estamos y dicen somos jóvenes y no nos enfermamos/ Esto es de conciencia mis queridos hermanos y no lo hagas por ti, hazlo por los que amamos. 

Melissa San Juan tiene una voz dulce y casi infantil. A primera vista parece un poco tímida, sin la astucia que ya tienen muchas mujeres a su edad —23 años—. Es una joven de sonrisa fácil, mirada serena y apariencia sencilla, sin mucho maquillaje ni prendas de vestir ostentosas, pero cualquier idea preconcebida de ella se disipa al instante al verla en una tarima. No le teme a nadie en la improvisación o el freestyle porque al tomar un micrófono pasa de ser una estudiante de pocas palabras a disparar rimas a la velocidad de un rayo.

En una ronda, Melissa, la joven mestiza, de estatura media y algunos rasgos indígenas, parece escupir fuego y con él reducir a cenizas a sus rivales —mayoritariamente masculinos—, pero su talento no siempre es reconocido. 'Gana porque es mujer, feminazi, marimacho, las mujeres no pueden rapear', son algunas de las frases a las que se enfrenta cuando participa en encuentros de rap. No obstante, ella responde con el arma más letal que tiene: su lírica. 

Su música es un retrato de problemáticas sociales; machismo, racismo, xenofobia, desigualdad, violencia y discriminación. Hoy, con su mensaje, busca concienciar sobre la importancia de quedarse en casa para protegerse y proteger a otros de la amenaza del coronavirus, además de promover la paz y la reconciliación como embajadora de Rímalo, una convocatoria del Programa de Alianzas para la Reconciliación de Usaid y ACDI/VOCA.