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A sus ocho años, Zeyda Armesto, ya sabía a qué se quería dedicar en la vida. Y no era precisamente ser una princesa, reina de belleza o súper modelo. No, ella quería dedicarse a ser conductora de buses, grúas o lanchas.

Creció viendo a su padre manejarlas y fue ahí donde nació su inspiración. El ver cómo su papá se levantaba todos los días a ganarse la vida y llevar el sustento al hogar. Eso le apasionaba.

Mientras maneja el articulado de Transmetro nos relataba que el miedo por manejar lo perdió desde que era muy niña, pues ella robaba el carro de su padre, -cuenta entre risas-…