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Ana* siempre había sido consciente de su cuerpo. Desde pequeña, sus curvas y su peso la hacían destacar entre sus compañeros. Con el tiempo, aprendió a aceptarse y a quererse tal como era. Sin embargo, con la llegada de las redes sociales, su tranquilidad se vio amenazada.

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Todo comenzó cuando la joven de 20 años compartió una foto en bikini durante unas vacaciones familiares. “Pensé que era un acto de amor propio y valentía. Quería mostrarme tal y como soy, sin filtros ni vergüenza”.

Pero la reacción en internet fue devastadora. En cuestión de horas, su publicación se llenó de comentarios crueles y burlas. “Recibí mensajes privados horribles, algunos me decían que debería esconderme, otros eran aún peores”.

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Historias como las de Ana son más comunes de lo impensable, y así se traduce en un reciente informe de la Unión Europea que indica que las mujeres son las principales víctimas de los mensajes de odio en internet, entre los que destacan los que incitan a la violencia sexual.