En las últimas semanas, la muerte de un tercer cuervo en la Torre de Londres ha generado preocupación entre algunos sectores de la sociedad británica. Este hecho, más que un incidente aislado, ha despertado temores relacionados con una antigua profecía que vincula la supervivencia de la monarquía y el Reino Unido con la presencia de estos pájaros en el icónico castillo medieval.
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La muerte de este cuervo, llamado Gripp, ocurrió en circunstancias inusuales: su cabeza quedó atrapada en su jaula antes de ser atacado por otras aves. Se trata del tercer cuervo que muere en los últimos tres años, uniéndose a Erin, fallecido en agosto de 2022, y Rex, que murió en septiembre de este año.
Aunque estos animales son reemplazados de manera inmediata para que el número total se mantenga en seis, tal como establece la tradición, el reciente fallecimiento ha encendido las alarmas en torno a la continuidad de la monarquía y la estabilidad del país.
La profecía de Carlos II
La historia detrás de la relación entre los cuervos y la Torre de Londres remonta al reinado de Carlos II, quien gobernó Inglaterra desde 1660 hasta su muerte en 1685. Según la leyenda, el monarca escuchó una advertencia que aseguraba que si algún día los cuervos abandonaban la torre, esta se derrumbaría, llevándose consigo al reino.
Desde entonces, se ha convertido en una práctica establecer la presencia de al menos seis cuervos en el lugar. Los guardias de la torre, conocidos como Yeomen Warders, son los responsables de garantizar el cumplimiento de esta tradición.
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Con el paso del tiempo, los cuervos han adquirido nombres y personalidades que los hacen únicos para los visitantes y el personal de la Torre.
Actualmente, además de los fallecidos Gripp, Erin y Rex, los cuervos que permanecen en la torre son Jubilee, Harris, Poppy, Georgie, Edgar y Branwen. Sin embargo, la reciente pérdida de tres de estas aves en tan poco tiempo ha alimentado el temor de quienes creen que la leyenda tiene un significado más profundo.
El maestro de los cuervos y su rol fundamental
Detrás del cuidado de los cuervos se encuentra Michael “Barney” Chandler, un ex comandante de los Royal Marines que desde marzo de este año ocupa el puesto de “maestro de los cuervos”.
Chandler, de 57 años, asume esta responsabilidad con la seriedad que implica, no solo por el simbolismo asociado a los cuervos, sino por su compromiso personal con las aves. Vestido con el uniforme tradicional negro y rojo de los guardianes de la Torre, Chandler y su equipo de cuatro personas son los encargados de alimentar, vigilar y cuidar a estos emblemáticos animales.
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A pesar de su amplia experiencia militar en zonas de conflicto como Irak, Afganistán y el Ártico, Chandler reconoce que nunca tuvo interés particular en los cuervos hasta que asumió este rol. Con el tiempo, ha desarrollado un vínculo profundo con las aves, a las que describe como criaturas extremadamente inteligentes.
A cada una le atribuye una personalidad propia que, según él, los visitantes pueden observar durante las visitas a la Torre de Londres. De acuerdo con Chandler, entre los cuervos actuales, Branwen se destaca como el más rebelde, ya que se niega a dormir con sus compañeros, pero sin abandonar nunca el recinto.
La conservación de los cuervos
Los cuervos de la Torre de Londres viven en un entorno controlado que les permite superar con creces la expectativa de vida de sus congéneres en estado salvaje. Mientras que en libertad estos animales pueden vivir entre 10 y 15 años, en la torre pueden alcanzar los 20 años o más.
El cuervo más longevo que ha habitado el lugar vivió hasta los 44 años. Para garantizar que no abandonen el recinto, los guardianes recortan algunas plumas de sus alas, lo que limita su capacidad de volar a grandes alturas.
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A pesar de estos cuidados, la muerte de los tres cuervos ha suscitado preguntas sobre el futuro de la tradición y su relevancia en la actualidad. Aunque no existen indicios de que la profecía de Carlos II se cumpla de manera literal, la coincidencia de los fallecimientos ha llevado a muchos a reflexionar sobre la estabilidad de la monarquía británica en un contexto de cambios políticos y sociales.