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Un estudio publicado en la revista científica Science Advances advierte sobre un aumento significativo en la frecuencia de tormentas regionales en el siglo XXI como resultado del cambio climático. Esto después de analizar un compuesto de núcleo de sedimento de 30 metros de largo recuperado del Gran Agujero Azul, en la costa de Belice.

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El Gran Agujero Azul Este tomó notoriedad gracias al oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau, quien realizó una primera inmersión en 1960 y recomendó este lugar para hacer buceo, considerándolo uno de los mejores en el mundo para tal práctica.

En 2022 un equipo de científicos, dirigido por el profesor Eberhard Gischler, jefe del Grupo de Investigación de Biosedimentología de la Universidad Goethe de Fráncfort, transportó una plataforma de perforación en mar abierto hasta el Gran Agujero Azul y extrajeron un núcleo de sedimento de 30 metros de la cueva submarina, que lleva acumulando sedimentos aproximadamente 20.000 años.

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Al analizar el núcleo encontraron que durante los últimos 5700 años la frecuencia de tormentas tropicales y huracanes en la región ha aumentado de forma constante. Lo más impactante, el equipo de investigación predice para el siglo XXI “un aumento significativo en la frecuencia de tormentas regionales como resultado del cambio climático”, indicó Dominik Schmitt, autor principal del estudio, en un comunicado.

Esto fue posible porque -según explicó el científico- una tormenta puede dejar rastros en el océano que perduran durante miles de años. Las ‘huellas’ no son más que capas de sedimentos compuestas de partículas gruesas y se diferencian de los sedimentos asociados con el buen tiempo porque estos últimos son más finos o delgados.

“La distribución de las capas de tormentas en el núcleo de sedimentos revela que la frecuencia de tormentas tropicales y huracanes en el suroeste del Caribe ha aumentado de forma constante durante los últimos seis milenios”, se lee.

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Schmitt dijo que “un factor clave ha sido el desplazamiento hacia el sur de la zona de baja presión ecuatorial. Conocida como Zona de Convergencia Intertropical, esta zona influye en la ubicación de las principales áreas de formación de tormentas en el Atlántico y determina cómo se desplazan las tormentas tropicales y los huracanes y dónde tocan tierra en el Caribe”.

Agrega en el comunicado que el equipo de investigación también pudo correlacionar el aumento de las temperaturas superficiales del mar con un aumento de la actividad de tormentas.

En ese sentido, advierte que el cambio climático provoca una mayor actividad de tormentas.

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“Durante los últimos seis milenios, entre cuatro y dieciséis tormentas tropicales y huracanes pasaron por el “Gran Agujero Azul” cada siglo. Sin embargo, las nueve capas de tormentas de los últimos 20 años indican que los fenómenos meteorológicos extremos serán significativamente más frecuentes en esta región en el siglo XXI”, alerta el estudio.

El profesor Eberhard Gischler, jefe del Grupo de Investigación de Biosedimentología de la Universidad Goethe de Fráncfort, sostuvo que los resultados de la investigación sugieren que unas 45 tormentas tropicales y huracanes podrían pasar por esta región solo en este siglo.

“Esto superaría con creces la variabilidad natural de los últimos milenios”, señaló.

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Sin embargo, indica que dicho aumento de tormentas no se explica con las fluctuaciones climáticas naturales, sino con el calentamiento continuo durante la Era Industrial, “que provoca el aumento de las temperaturas oceánicas y episodios globales de La Niña más intensos, creando así las condiciones óptimas para la formación frecuente de tormentas y su rápida intensificación”.