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Chile sigue con una herida abierta, de esas a las que se les ponen variedad de remedios y no sanan. Ese 11 de septiembre de 1973 no solo partió al país en dos, sino que marcó el comienzo de 50 largos años en los que las diferencias parecen seguir siendo irreconciliables, no solo entre el oficialismo y la oposición, sino también entre el pueblo chileno que no consolida una explicación histórica consensuada habiendo un sector que enfatiza en las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet, y otro sector que recalca en las decisiones que tomó Salvador Allende y que llevaron al país a un desequilibrio y al colapso económico.

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La herida es más profunda de lo que se cree, pues data incluso de antes de que el mismo Allende se quitara la vida en el Palacio de la Moneda, asediado por una acción militar llevada a cabo por las Fuerzas Armadas de Chile. Su gobierno, el primero con orientación marxista de la región, ya venía debilitándose por el apoyo que el mandato de Richard Nixon desde Estados Unidos le estaba dando a los grupos de oposición con financiación directa.

Meses antes se fraguó el asesinato del general René Schneider y el Tanquetazo, sublevación militar del 29 de junio del mismo año en la que planearon derrocar al gobierno, y a la que posteriormente se sumaron los altos mandos de la Fuerza Aérea y grupos dentro de Carabineros. Además, se sumó Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército. Todos con el fin no solo de derrocar a Allende sino de acabar con la coalición de partidos políticos de izquierda denominada Unidad Popular.

Desde entonces, y al día de hoy, son incontables los crímenes que se cometieron en el país, desde el despiadado asesinato del cantautor, escritor y director de teatro chileno Víctor Jara, hasta la desaparición de miles de miembros de partidos de izquierdistas, socialistas y críticos políticos. ¿Las cifras? Otro motivo de polémica, algunos hablan de más de 3 mil asesinados, al menos 80 mil detenidos, y más de 1.200 desaparecidos, sin contar las cifras de torturados, que también oscilaban los cientos de miles.