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El temido exdictador guatemalteco Efraín Ríos Montt, fallecido ayer a los 91 años en la impunidad al interrumpir la muerte su juicio por genocidio, estaba acusado de asesinar a miles de indígenas durante su régimen entre 1982 y 1983.

En ese breve pero implacable régimen durante el cual se perpetraron las peores masacres de indígenas se convirtió en símbolo en la época más violenta de los 36 años de guerra civil (1960-1996). Sus allegados confirmaron la muerte del exmilitar en su residencia de la capital guatemalteca a causa de un infarto.

Un tanto robusto, de estatura baja (menos de 1,70 metros), Ríos Montt es considerado uno de los exdictadores más sanguinarios del siglo pasado, pues en su régimen fueron arrasadas aldeas indígenas mayas y fusilados varios opositores.

Aunque murió en la impunidad porque la máxima instancia judicial del país anuló el 20 de mayo de 2013 una sentencia de 80 años de presión por genocidio dictada 10 días antes, el exdictador seguía procesado por el mismo delito.

No obstante, siguió un juicio especial tras ser diagnosticado por demencia senil y otros serios padecimientos médicos.

En el primer juicio un tribunal lo responsabilizó de la matanza de 1.771 indígenas mayas ixiles en el departamento de Quiché (norte) durante su gobierno de facto.

A las audiencias de ese juicio siempre se presentó con impecable traje formal oscuro, bigote bien recortado y gel en su cabello cano. Usaba anteojos y durante todo el juicio unos audífonos para escuchar mejor.

'No soy genocida (...) Nunca autoricé, nunca firmé, nunca ordené que se atentara contra una raza, una etnia o una religión. ¡Nunca lo hice!', dijo Ríos Montt en el banquillo de los acusados, con su voz áspera y firme.