La calurosa tarde del miércoles en Ciénaga de Oro era amenizada por las valses que interpretaba una banda de músicos, a un costado de la iglesia San José, para celebrar el día de ese mismo santo, patrono del pueblo, donde nació y se crió el destituido alcalde de Bogotá Gustavo Petro.
Los rostros de los coterráneos del mandatario capitalino, en el parque frente a la iglesia, expresaban desgana y tedio, quizás por la resignación obligada de aceptar que el hijo de la tía Carmen Petro Sierra, recientemente fallecida en la casa donde nació el alcalde, no tenía mucho que hacer para no perder la ‘disputa’ de más de una decena de alegatos jurídicos contra el Procurador, Alejandro Ordóñez.
'No me pregunte nada de eso, quizás hubiese estado bien una suspensión pero no la inhabilidad que le dieron. Petro no fue deshonesto', dice entre dientes y con cara de rabia Bertulio Vergara, mientras observa a los feligreses ingresar a la misa de 4:00 y posteriormente caminar la procesión.
Mientras en Ciénaga la devoción católica era evidente, en Bogotá el procurador Ordóñez radicaba la carta ante el Presidente, Juan Manuel Santos, para que ejecutara el fallo de destitución e inhabilidad, tal como se dio al cierre de esta edición.
Todo se deriva de una investigación fallada en diciembre del año pasado, por el supuesto mal manejo al tema de las basuras, en medio de una crisis ambiental en Bogotá, en el 2012.
En una cancha de microfútbol en la salida del pueblo, Jorge Petro Arrieta, docente, primo y ‘hermano de andanzas’ de Gustavo Petro, advierte que a su pariente le interrumpieron la gobernabilidad por la 'persecución política de la que ha sido objeto'.
'Mi primo no pudo gobernar a cabalidad por los ataques de todo tipo. Desgraciadamente las instancias judiciales en este país no le dieron la razón', dijo Petro Arrieta.
A su primo lo recuerda como un niño y adolescente pensativo, de poco jugar, silencioso, calmado, 'quizás maquinando sus ideas de carácter sociopolítico'. Prefería que le presentaran chicas en las fiestas para enamorarlas con la verbosidad que muchos reconocen que mantiene.
La posición de la familia frente a la crisis de Gustavo Petro ha sido de solidaridad, desde el primer fallo de la Procuraduría el año pasado, que derivó en una marcha de amigos y parientes por las calles de ‘la capital mundial del casabe’.
A partir de allí no han faltado las llamadas de consideración de quienes siguen estimando en Ciénaga de Oro a Gustavo Petro, aunque desde los 14 años se fue del pueblo.