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Una alegría digna tienen José Antequera y las otras 11 víctimas que viajaron la semana pasada a La Habana para, por primera vez en la historia de los diálogos de paz a nivel mundial, plantear sus demandas y pareceres a la mesa de negociaciones entre las Farc y el Gobierno. (Lea también 'Hay energía positiva en los negociadores de las Farc': Débora Barros Fince).

Alegre también el tambor, un par de congas y una pareja de bongoes en la sala de este abogado bogotano, treintañero y percusionista, hijo menor del asesinado líder barranquillero de la Unión Patriótica, José Antequera, baleado el 3 de marzo de 1989 en el aeropuerto El Dorado, en un atentado en que también resultó herido un joven Ernesto Samper.

Aunque tenía cinco años cuando las balas de los agentes estatales, paramilitares y narcotraficantes mataron a su padre, en medio del denominado plan de exterminio que segó las vidas de más de 3 mil militantes de la izquierda colombiana, hoy defiende las sonrisas de las víctimas por la paz después de tantos llantos por la guerra.

¿Cómo fue la experiencia en Cuba?

Muy esperanzadora. Todos confluimos en que las Farc y el Gobierno tuvieron una actitud de respeto y escucha, logramos plantear propuestas valiosas para las víctimas y significó comprometernos más para que todas las víctimas sean escuchadas en Colombia.

¿Cuáles fueron sus propuestas?

Que en Colombia tienen que hacerse reformas constitucionales a partir del reconocimiento de los crímenes de Estado, y esto tiene que ver con que no haya un tratamiento militarista, que ha hecho silencio o incluso impulsado el exterminio de la oposición política, sino que tengamos un Estado garantista de los Derechos Humanos.

¿Vio sinceridad, compromiso en las Farc?

Esa es una de las grandes sorpresas. Puedo acreditar que todas las víctimas vimos una voluntad. Y eso es lo que más nos da esperanza.

Se criticó el hecho de que viajaran a Cuba víctimas que no eran de las Farc, ¿por qué es importante que estén todas las víctimas del conflicto?

Para nosotros es muy lógico: si no queremos que nadie más viva lo que nosotros, se requiere de reparación y verdad integral, y para eso es necesario que discutamos de fondo todo lo que tiene que ver con la victimización.

¿Qué gesto recuerda de la mesa de Cuba?

Fue sorprendente que, por un lado, Pablo Catatumbo me dijera que a mi discurso debían adscribirse todos los colombianos y, en el mismo sentido, que el general Naranjo me felicitara por la misma razón.

¿Hay ambiente de paz en La Habana?

Mucho, por eso es desafortunado el ruido de los enemigos de la paz en Colombia.

¿Como el del episodio de la congresista María Fernanda Cabal insultando a las víctimas en Twitter?

A la señora Cabal parece que no le gusta la sonrisa, porque pretende condenar a Ángela Giraldo (víctima de las Farc que viajó a la isla) por el hecho de saludar sonriente a las Farc. Ese es un derecho que no se nos puede negar a las víctimas: que hoy queramos sonreír por un proceso de paz.

¿Colombia insulta más de lo que apoya a las víctimas?

Yo tengo un balance de mucho más respaldo que de ataques. Esos dos trinos no se comparan con los cientos de mensajes, de personas cercanas y no cercanas, manifestando su reconocimiento de esta lección histórica para la Humanidad.

¿Qué le han contado de su padre?

Mi papá era un barranquillero en todo el sentido de la palabra, y como barranquillero le aportó a la política colombiana elementos que están desafortunadamente lejanos hoy: la frescura, la tranquilidad, la posibilidad de hacer política como se vive en el mar y en cualquier barrio de la Costa.

¿Por qué lo mataron?

Porque era un representante de una seria renovación generacional de la política: Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y José Antequera iban a ser los próximos presidentes o los líderes de los partidos que iban a poner los presidentes.

¿Cómo va la investigación?

Hay muy pocos avances en el caso particular de mi padre.

¿Capturados, sindicados?

De ninguna clase.

¿Cómo se relaciona usted con Barranquilla?

Es la ciudad de toda mi familia, mi abuela es del Barrio Abajo, ahí pase mi infancia, a la vuelta de la casa del Carnaval. Toda mi historia está vinculada a Barranquilla.

¿También los tambores?

Absolutamente. Y otras tantas cosas.

¿Como cuáles?

Como preferir la yuca a la papa (risas).