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En horas de la tarde del pasado domingo 16 de noviembre fueron secuestrados en el caserío de Las Mercedes, en zona rural de Quibdó, el general Rubén Darío Alzate, el cabo Jorge Rodríguez y la abogada Gloria Urrego.

El plagio, que por primera vez en la historia del país afectó a un general del Ejército, produjo la más grave crisis en el proceso de paz con las Farc en La Habana, que por orden del presidente Juan Manuel Santos fue suspendido durante dos semanas, hasta que no se diera la liberación de los tres secuestrados y de los soldados profesionales Jonathan Díaz y Paulo César Rivera, capturados el 9 de noviembre.

Alzate, a pesar de que sabía que el corregimiento chocoano era una zona roja por la presencia subversiva, llegó sin escoltas y vestido de civil, al parecer, para supervisar un proyecto energético que emprendía con la comunidad.

Según algunos habitantes del poblado, el secuestro del general no fue forzado, los guerrilleros tuvieron una corta conversación con el oficial y luego se subieron con los rebeldes a una embarcación.

Por su parte, la alcaldesa de Quibdó, Zulia Mena, explicó entonces que el general Álzate estaba de civil para 'generar más seguridad en la comunidad y porque era la forma más fácil de llegar y enterarse de las necesidades', ya que 'estaba adelantado un proyecto de inversión para el sistema eléctrico de esa comunidad'.

No obstante, las Farc, desde Cuba, aseveraron en un editorial publicado en la página de Anncol que 'la sospechosa y poco clara entrega del ‘chacho’ de la guerra contrainsurgente imperial en Colombia, el general Rubén Darío Alzate, ha llevado al presidente (Juan Manuel) Santos a suspender las conversaciones en La Habana'.

La guerrilla se refirió así a un supuesto boicot al proceso de paz y acusaron al expresidente y senador Álvaro Uribe de estar detrás del mismo, ya que fue el congresista del Centro Democrático quien dio la primera versión de los hechos el domingo, incluso antes que el propio Gobierno.

A la medianoche de ese mismo día, el presidente Santos decidió suspender los diálogos en Cuba. Y al día siguiente advirtió a las Farc que la única manera de seguir conversando era con la entrega de los cautivos.

Alzate, palmireño, desde enero pasado es el comandante de la Fuerza de Tarea Titán, cuya misión es la neutralización de los grupos armados ilegales que operan en 22 municipios del Chocó y en dos del vecino departamento de Antioquia en el marco del 'Plan Espada de Honor II'.

El grupo está integrado por más de 2.500 militares y entre sus objetivos están los frentes 34 y 57 de las Farc y sus cabecillas, así como las bandas criminales y las mafias de la minería ilegal.