Unas 28.000 hectáreas que al parecer habían sido adquiridas de manera poco clara por el fallecido Víctor Carranza, conocido como 'Zar de las Esmeraldas', retornarán al Estado, se informó este martes oficialmente.
El superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez, en entrevista telefónica con The Associated Press explicó que dichas hectáreas hacen parte de terrenos baldíos que Carranza tenía en el municipio de Puerto Gaitán, en el departamento de Meta y a 225 kilómetros al este de Bogotá.
Ahora esas tierras, que en su mayoría figuraban a nombre de personas que trabajaban para Carranza, están en manos del estatal Instituto Colombiano de Desarrollo Rural.
Los terrenos 'fueron recuperados por el Estado' y estaban a nombre de una sociedad y de personas que le manejaban negocios a Carranza, cuyos familiares --al decir de Vélez-- no se han opuesto a la recuperación de tales baldíos y, por el contrario, han expresado su deseo de aclarar esta situación.
Esas tierras finalmente deberán llegar al Fondo de Tierras que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos está creando para el postconflicto, en el evento de que se selle la paz con las guerrillas.
Aunque dijo no tener un cálculo preciso sobre el precio de los mencionados terrenos, Vélez observó que en esa zona del país una hectárea puede costar unos cinco millones de pesos (casi 2.000 dólares).
Carranza falleció de cáncer en abril de 2013. Tenía 77 años.
Pese a que durante casi toda su vida su nombre estuvo bajo sospecha por sus probados vínculos con las bandas paramilitares, el esmeraldero nunca fue condenado, y siempre negó ser cercano a esos grupos de ultraderecha que en el país están acusados de miles de homicidios y del desplazamiento de millones de personas.
Aunque en Colombia no hay lista oficial sobre los hombres más ricos, Carranza siempre figuró entre ellos gracias a su multimillonario negocio de las esmeraldas, consideradas como unas de las más bellas y costosas del mundo.
Era amigo de muchas personalidades del país, como políticos, industriales, jerarcas de la Iglesia Católica y hasta de presidentes de la República.
Siempre fue un enemigo a muerte de las guerrillas y en su defensa decía que 'el poder mío es que tengo unos pesos, ganados con el sudor de mi frente, trabajados limpiamente. Así se lo he dicho a los paramilitares y a la guerrilla: yo no les suelto un peso porque lo mío es mío'.