Los operativos de la Policía y del cuerpo de seguridad del presidente Juan Manuel Santos se extremaron, antes de la intervención del mandatario en el foro de cierre del período de sesiones extraordinarias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Ante la ‘avalancha’ de asistentes al Centro de Convenciones, la Policía dispuso de vallas metálicas para filtrar el ingreso de los cientos de asistentes, en su mayoría estudiante universitarios. Además, por los alrededores también se presentaron varios mítines de trabajadores reclamando sus derechos, con pancartas y megáfonos.
Las filas para el ingreso al centro llegaban hasta inmediaciones de la Torre del Reloj. Desde las ocho de la mañana había formación para entrar. El evento estaba programado para las diez de la mañana, sin embargo, el Presidente tuvo un retraso de media hora más.
A cada uno de los que ingresaron los revisaron dos veces: en las afueras y luego en la puerta del Centro de Convenciones. Por primera vez a los asistentes les impidieron que ingresaran a la sala de sesiones frascos de perfumes ,botellas de agua, navajas, pinzas de cabellos de mujeres, resaltadores y marcadores.
En el interior del Centro de Convenciones, a la hora que entró el Jefe de Estado se escuchó una combinación de aplausos y silbidos. Pero las palmas terminaron ahogando las rechiflas.
Un joven universitario de Barranquilla fue uno de los que más se hizo sentir, gritando consignas contra las Farc y cuestionando al Gobierno y el proceso de paz. Sin embargo, unos hombres le pidieron que se calmara, que no protagonizara un escándalo mientras el Presidente intervenía.
Al final , Santos recibió una salva de aplausos y muchos lo despidieron con pañuelos blancos, en aceptación de sus posiciones en torno a su empeño por la consecución de la paz para el país.
La segunda jornada de Santos en Cartagena fue en el Centro de Convenciones del Hotel Hilton, en una sesión menos agitada. El mandatario fue recibido y despedido con aplausos. Este escenario fue favorable al Presidente y no despertó mucha preocupación entre sus escoltas.