Los habitantes del municipio de Salgar despidieron este jueves en un emotivo sepelio colectivo de 33 de las 84 víctimas fatales causadas por una avalancha que en el amanecer del lunes arrasó casas con familias enteras.
Los 33 féretros habían llegado desde la ciudad de Medellín hacia las 3:30 de la tarde hora local y fueron instalados en la plaza principal del pueblo. Apenas los carros mortuorios empezaron a recorrer las calles del lugar empezaron a sonar los pitos y las campanas de la iglesia.
La ceremonia religiosa estuvo encabezada por monseñor Noel Antonio Londoño, obispo del municipio de Jericó, cercano a Salgar.
Durante los más de 60 minutos que duró la misa, un gran número de mujeres no paró de llorar y apenas monseñor Londoño dijo 'podéis ir en paz', esas mismas mujeres se aferraron de los féretros como para evitar que se llevaran a sus seres queridos hacia el cementerio municipal, su última morada.
El canal de televisión local Cable Noticias mostró a un grupo de obreros en el cementerio, a unas cinco cuadras de la plaza, metiendo los ataúdes en bóvedas.
John Edison Londoño, el enterrador de Salgar, perdió en la avalancha del lunes a ocho parientes por parte de su madre y a siete allegados de su padre. Los cadáveres de sus familiares todavía están en la ciudad de Medellín para la respectiva necropsia. En breve tendrá que darles sepultura.
'Para mí este día va a ser muy duro porque vamos a sepultar cuerpos de las víctimas de la avalancha', comentó Londoño en entrevista con The Associated Press. 'Hay que estar en pie de lucha para
ayudar a sepultar a nuestros compatriotas y me han estado apoyando sepultureros de otras poblaciones'.
El enterrador explicó que el cementerio cuenta con 101 bóvedas disponibles pero que no están habilitadas porque en diferentes secciones hay mucha humedad. Informó que el camposanto tiene capacidad para unas 500 sepulturas.
A través de su secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, el papa Francisco se solidarizó con Colombia y con las víctimas de Salgar y ofreció 'sufragios al Señor por el eterno descanso de los fallecidos'.
En el mensaje enviado al obispo Londoño, el papa también pidió caridad para las personas que perdieron sus hogares o sus bienes personales.
Salgar pertenece al departamento de Antioquia y está ubicado a 265 kilómetros al noroeste de Bogotá. En las primeras horas del lunes, la quebrada La Liboriana se desbordó y se llevó consigo a familias enteras.
El campesino Álvaro Hernández, quien perdió a 16 de sus familiares, será otro de los asistentes al sepelio. Entre los pocos que se salvaron de su familia está su nieto de 11 meses, Jhosep Díaz, quien fue encontrado en medio del lodo un par de horas después del alud.
'Ya me encuentro en Salgar... Dejé a mi nieto Jhosep en la clínica', informó Hernández, de 59 años, en diálogo con la AP. 'Estoy contento porque los médicos me dijeron que está sanando de a poquito.
Espero que dentro de cuatro o cinco días me le entreguen'.
A Jhosep, observó, 'Dios le dio una segunda oportunidad... Hay que protegerlo porque desafortunadamente perdió a su mamá (en la avalancha) y hace un año había perdido a su padre' en un homicidio.
De los 33 muertos que serán enterrados el jueves siete eran familiares de Hernández, entre ellos la madre de Jhosep.
No está claro aún cuántas personas permanecen desaparecidas, pero las autoridades han dicho que las posibilidades de hallarlas con vida son mínimas.
La de Salgar es tal vez la mayor tragedia en Colombia desde el terremoto que en 1999 sacudió a la ciudad de Armenia y dejó más de 1.000 muertos.
El presidente Juan Manuel Santos ha prometido reconstruir las viviendas perdidas y proporcionar refugio y asistencia a los afectados.
La accidentada orografía de Colombia, en una zona con actividad sísmica en el extremo norte de los Andes, combinada con la mala calidad de las construcciones, hace del país uno de los más propensos a los desastres en Latinoamérica.
Más de 150 catástrofes lo han sacudido en los últimos 40 años, las cuales han cobrado más de 32.000 vidas y afectado a más de 12 millones de personas, según el Banco Interamericano de Desarrollo.