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Con la voz quebrada por el dolor, Rosalinda Gutiérrez de Piñeres recordó a su hermana muerta durante la toma del Palacio de Justicia. Junto a su familia participaron de la eucaristía ofrecida la mañana de ayer en la Catedral Metropolitana de Barranquilla.

La barranquillera Nuris Gutiérrez de Piñeres, tenía 32 años cuando pereció. En esa época fungía como auxiliar del magistrado Dante Fiorillo Torres, de la sala penal. El 8 de noviembre de 1985 a sus familiares les entregaron los restos de un cuerpo calcinado, al que en medio de la pena que los embargaba decidió sepultar sin hacer ningún cotejo o prueba de identidad.

La auxiliar pertenecía a una familia de 10 hermanos de los cuales era la mayor. Una vez terminó su bachillerato ingresó a la rama judicial en Barranquilla como escribiente y, gracias a su buen desempeño, el difunto Dante Fiorillo, una vez nombrado como magistrado en Bogotá, se la llevó con él a la capital para que se desempeñara como su auxiliar.

Nuris dejó a una niña de 8 años que hoy, a sus 38, reside en la capital del país y es otra de las víctimas indirectas de un acontecimiento que estremeció en su momento a todo el país.

Recordó Rosalinda que el magistrado Fiorillo falleció en esa misma época ya que estaba interno en una clínica en Bogotá mientras las balas y las bombas estallaban al interior del Palacio. El magistrado se encontraba convaleciente por problemas cardiacos y, al conocer la noticia de la toma, murió debido a un paro cardiaco, con lo que se convirtió en otra víctima de la tragedia. Poco días después de enterarse de la toma por televisión, como la gran mayoría de los colombianos, murió.

Ayer, durante la eucaristía en conmemoración de la tragedia, Rosalinda contó apartes de cómo ha sido la vida para su familia después de este insuceso que les dejó una marca indeleble en el corazón. Hoy asegura que aún están a la espera de la verdad, de la justicia y de la reparación.

'No hemos recibido nada de eso, en ese entonces mi papá dijo que la vida de su hija no tenía precio y nunca quiso demandar, pero nosotros ahora, con todo lo que está sucediendo, que no tenemos certeza de que el cuerpo que nos entregaron es o no es mi hermana, porque todo ha sido muy confuso, ya le dimos poder a un abogado para que se encargue de conseguir una reparación de parte del Estado por todos los daños morales que nos han ocasionado', afirmó.

Su padre murió hace 15 años. Abandonó este mundo esperando una claridad sobre los hechos que terminaron con la vida de su hija. 'Él siempre esperó que se hiciera justicia por la muerte de mi hermana, pero se fue sin que eso se diera. Lo que queremos nosotros es justicia, no solo por ella sino por mi padre, que murió esperándola, es tener la certeza de si realmente es mi hermana la que nos entregaron, porque nos dieron fue un cuerpo todo calcinado', recalcó.

Sobre las palabras del ex presidente de la República, Belisario Bentacur, y las del actual mandatario de los colombianos Juan Manuel Santos, quienes han pedido perdón a nombre del Estado por los hechos ocurridos en aquel fatídico 6 de noviembre, la hermana de la víctima dijo que: 'Hasta que no digan completamente la verdad... porque el perdón y el arrepentimiento tiene que ser de corazón y para hacerlo de corazón tienen que decir y contar a Colombia y al mundo, qué fue lo que pasó realmente, porque al país siempre le han ocultado esa verdad, mientras eso no suceda las familias de las víctimas seguiremos escépticos'.

Durante la ceremonia, presidida por el arzobispo de Barranquilla, monseñor Jairo Jaramillo Monsalve, a la que asistieron funcionarios del Tribunal Superior de Barranquilla, familiares de dos de las víctimas del siniestro, fue leída una carta escrita por Julio César Andrade Jr, hijo del magistrado auxiliar Julio César Andrade, también barranquillero, y otro de los caídos en este oscuro episodio de la historia colombiana.

'Hemos guardado silencio como símbolo de rechazo a toda expresión de violencia de aquellos que fundamentaron sus ideales políticos en las vías de hecho, pero también rechazo a los representantes del Estado, quienes emplearon una fuerza desmedida y que han faltado a la verdad y han dificultado el esclarecimiento de los hechos', fueron algunos apartes de la misiva.

Monseñor Jaramillo indicó que da mucho pesar que después de 30 años las familias estén esperando la verdad sobre el hecho y de acuerdo a esa verdad que se haga justicia y 'luego también haya una reparación de parte del Estado'.

Para el arzobispo a los parientes de las víctimas 'se les está debiendo a todos los que fueron víctimas de la desaparición de sus seres queridos en medio de la toma y retoma del Palacio de Justicia'.