Familiares de las víctimas de la tragedia de Armero en 1985, que causó 20.000 muertos, dijeron este jueves que no cesarán en la búsqueda de sus seres queridos desaparecidos.
'Ha sido el momento más terrible de mi vida', relató Gladys Primo, quien en la tragedia perdió a su esposo y a sus dos pequeños hijos.
Hacia las 11 de la noche del 13 de noviembre de 1985, luego de la erupción del volcán Nevado del Ruiz, toneladas de lodo y piedra arrasaron el poblado de Armero.
Desde entonces la vida de Primo, de 53 años, ha sido una lucha constante por tratar de hallar a sus hijos. Aseguró que en 2012 la televisión mostró imágenes del momento en que rescataban a varias personas de la avalancha y que vio a su hijo Jesús Manuel, en ese entonces de siete años.
'Ese niño es mi hijo, él salió vivo... El corazón de madre me dice que mi hija también está viva ya que estaban juntos con el tío y el tío también salió vivo', sostuvo en entrevista con AP.
También Flor María Vargas, de 62 años, guarda la esperanza de que su hija Gloria Patricia esté con vida. Recuerda que la noche de la tragedia salió de su casa y corrió tres cuadras para tratar de ganarle la carrera a la avalancha, pero no lo logró y ésta se llevó por delante a su esposo y a sus cuatro hijos.
Casi 19 horas después del alud, Vargas fue rescatada por la Cruz Roja y llevada a una clínica. Allí le dijeron que estaba embarazada. Un año después por fin pudo caminar pese a que los médicos le habían advertido sobre la posibilidad de quedar en silla de ruedas para siempre.
'Yo aferré mi vida a mi hijo' que hoy tiene 29 años, dijo Vargas en conversación con AP.
Dos días después de la avalancha, una hermana de Vargas dijo haber visto en un listado de sobrevivientes en Bogotá el nombre de su hija Gloria Patricia Tapiero Vargas, entonces de 11 años.
'Ojalá esté viva. Yo rezo todos los días por ella y lo voy a hacer el viernes próximo cuando en la última flota viaje a Armero', dijo Vargas.
En los últimos años la 'Fundación Armando Armero', dirigida por el periodista Francisco González, se ha dado a la tarea de reconstruir las historias de muchos pequeños que al parecer sobrevivieron y que se habrían perdido en medio del caos que ocasionó la avalancha.
Nidia Rozo, ex defensora de familia del estatal Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, explicó a AP que durante los días posteriores a la tragedia les fueron entregados unos 179 niños a sus allegados, todos con actas oficiales.
De acuerdo con Rozo, 'nosotros recibíamos los niños que estaban solitos... y durante 15 días los entregábamos cuando aparecían sus padres. A algunos niños los entregamos sólo con el reconocimiento de que usted es el tío o la abuelita. El niño reconocía y decía 'esta es mi abuelita'. Le hacíamos una entrevista y decidíamos entregarlos sin registros porque quedaron sepultados en Armero'.
Aunque no la busca porque el país y el mundo la vieron morir, Aleida Garzón, la madre de Omaira Sánchez --la niña que por su tenacidad se convirtió en el símbolo de la tragedia-- llamó la atención sobre dos aspectos: por qué no se tomaron medidas para evitar la tragedia y por qué les fue imposible a los organismos de rescate sacar a su hija del lodazal en que quedó atrapada.
El mundo entero fue testigo de la agonía de la niña de 13 años y se admiró del valor con que la enfrentó.
Garzón, hoy de 63 años, estaba en Bogotá el día de la avalancha por cuestiones de trabajo.
En 1994, el Consejo de Estado, una de las cuatro altas cortes colombianas, exoneró a la nación de cualquier responsabilidad en la tragedia de Armero al considerar que había sido un caso de 'fuerza mayor'.