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El presidente Juan Manuel Santos mostró el sendero a seguir en el proceso de paz, luego de garantizar que el cese bilateral al fuego con las Farc seguirá vigente y echar para atrás en el punto que antes parecía inamovible: renegociar los acuerdos. Santos planteó un escenario de diálogo, desde hoy, con quienes incentivaron el voto por el No en el Plebiscito de este domingo.

El mandatario nacional, además, ordenó a los negociadores de paz mantener 'informados' a los jefes de la guerrilla en La Habana sobre lo que se plantee en dichas conversaciones.

Santos diluyó de esta manera la especie de limbo en el que se hubiese llegado a pensar iban a quedar el país, el Gobierno, las Farc, el cese al fuego y, por supuesto, la paz.

La reacción del jefe de las Farc, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, tampoco dio espera. Respondió en similares términos de acatamiento de la voluntad soberana del pueblo y de seguir transitando por las sendas de la paz.

'Las Farc mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro', afirmó Londoño desde Cuba. Garantizó 'al pueblo colombiano, que sueña con la paz, que cuente con nosotros'.

Lo anterior, el nuevo escenario del diálogo entre las fuerzas políticas del país para lo que sería muy seguramente una especie de renegociación de los acuerdos, pone el balón claramente en la cancha del Centro Democrático e, inevitablemente, en las manos de su líder natural, el expresidente y senador Álvaro Uribe.

De hecho, el expresidente, al celebrar el triunfo desde Rionegro, Antioquia, pero con ánimo conciliatorio, coincidió: 'todos queremos la paz; ninguno quiere la violencia', y agregó que a ello 'contribuiría el que ustedes protegidos (las Farc) permitan el disfrute de la tranquilidad'.

Sin embargo, puso de presente que frente a los acuerdos 'insistimos en correctivos para que haya respeto a la Constitución', aunque planteó que 'queremos contribuir a un acuerdo nacional', en la misma línea en que lo propuso el presidente Santos y lo coadyuvó Timochenko.

Y, finalmente, solicitó Uribe: 'sabemos que nuestros compatriotas del Sí nos escucharán y los escucharemos, pedimos lo mismo al Gobierno, los negociadores y la comunidad internacional'.

Así las cosas, el expresidente, quien en los últimos meses se había negado a encontrarse con Santos para tratar tema alguno, pero en que en las últimas semanas lo llamó a debatir sobre los acuerdos con las Farc, deberá plantear claramente sus desacuerdos con las 297 páginas de La Habana y traducirlos en propuestas viables para buscar que las Farc le sigan la cuerda.

Ahí, precisamente, entra a girar la otra cara de la moneda, que es la de la guerrilla, cuyos jefes deberán evaluar los planteamientos del uribismo y ceder aún más en sus pretensiones para la desmovilización de este grupo como organización armada, so pena de evitar la vuelta a las confrontaciones.

Por ahora, el peor de los escenarios, que se daría con un regreso de las Farc a la guerra y con este una escalada de la violencia que lo que haría es desangrar nuevamente al país y radicalizar más aún las partes, pareciera descartado o, al menos, aplazado.

Aunque no se puede saber a ciencia cierta aún qué es lo que va a pasar, la negativa de los colombianos a los acuerdos con las Farc pondría en espera el mecanismo de concentración de las Farc en las zonas veredales transitorias y el desarme. Lo que, de darse por mucho tiempo, no se sabría qué tanto precipitaría una vuelta de la guerrilla a sus zonas habituales, donde tendrían que financiarse, nuevamente, con el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión

El mejor de los escenarios que se muestra es, pues, el que pareciera estarse dando: la renegociación de los acuerdos que tanto promulgaron los uribistas, basados, sobre todo, en descontentos, compartidos con la mayoría de los ciudadanos según las encuestas, con los puntos de justicia, que no planteaba cárcel para los subversivos y la participación política de los rebeldes, pues no se concebía que tuvieran elegibilidad los culpables de delitos de lesa humanidad. También había otras críticas de la oposición, que se centraban, fundamentalmente, en la incierta reparación material para las víctimas y la nebulosa que había sobre los recursos de la guerrilla que se supone son cuantiosos y debían ser entregados en su totalidad.

Otro de los temas que se queda, por ahora, en suspenso, es el de las ayudas económicas que se habían asegurado desde la comunidad internacional para el posconflicto, y eso, si los países que las prometieron siguen firmes en dicho propósito.

Tampoco podrán ponerse en marcha los mecanismos de implementación de los acuerdos, como lo dispone la Corte Constitucional en su sentencia sobre el plebiscito. Esto quiere decir que el Acto Legislativo para la Paz, que disponía un procedimiento rápido para la aprobación de leyes de paz en el Congreso y que le daba facultades extraordinarias al presidente para emitir decretos con fuerza de ley en torno a la paz, por ahora no operará.

Además, y como tema clave, no tiene efectos por ahora el punto que blindaba constitucionalmente los acuerdos con las Farc y los subían a acuerdo especial en los términos de los convenios de Ginebra.

De otro lado, una Asamblea Constituyente parece ser una idea que se baraja entre juristas y sectores políticos, pues el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, Augusto Ibañez, planteó ante periodistas que la solución es convocar a una Constituyente con participación de todos los sectores sociales, como lo habían pedido las Farc y el propio Uribe. Así mismo, el Partido Conservador se la jugó en un comunicado por dicha Asamblea: 'es urgente convocar un Gran Acuerdo Nacional sobre lo fundamental, que busque la reconciliación política en los colombianos, se fortalezca la democracia, las instituciones y que incluya el liderazgo de todos los sectores políticos y sociales, representando el mandato recibido, que desemboque en una Constituyente, respetando el fin último de este debate que es la búsqueda de la paz'.

Por otra parte, César Rodríguez, director de Dejusticia, puso de presente que el fallo del alto tribunal defensor de la Carta Magna señala que la decisión sólo tiene carácter vinculante para el presidente de la República; no así para el Congreso o para las altas cortes.

Entre tanto, lo que se diga sobre lo que sigue ahora es, en realidad, conjetura, pues habrá que esperar los resultados del gran diálogo entre el Gobierno, los partidos y el No que comienza hoy, y luego de ello, habrá que aguardar la reacción de las Farc, sobre todo en los temas neurálgicos para la oposición: la cárcel y la elegibilidad. Y tras ello, esperar a ver qué tanto eco tienen las propuestas de una Constituyente o una salida legislativa o jurídica para los acuerdos de paz.