Fidel Castro llegó por primera vez a Colombia el 31 de marzo de 1948, como un universitario impulsor del Congreso Latinoamericano de Estudiantes -cuyo fin era hacer una manifestación contra el intervencionismo de los Estados Unidos y que además sirviera de contrapeso a la IX Conferencia Panamericana de la OEA-, sin saber que días después conocería a Jorge Eliécer Gaitán y hasta empuñaría un fusil en El Bogotazo.
'Nos recibió en su oficina el día 7 de abril, nos entrevistamos con él, nos trató con gran amabilidad, nos habló con simpatía de lo que estábamos haciendo. (…) Lo que proponía aquel hombre me convenció de que representaba en aquel entonces una fuerza realmente progresista en Colombia', contó Castro en alguna ocasión a mediados de los setentas.
Dos días después, el 9 de abril, Castro había pactado otra cita con el hombre que habría de ser asesinado en dicho calendario rompiéndose en dos la historia de Colombia.
Tenían pensado verse a las 2 de la tarde para integrar una manifestación que concluiría en la Plaza de Bolívar. Pero a Gaitán lo mataron tres horas antes y Castro no solo sería testigo de primera mano de uno de los acontecimientos fundamentales del devenir nacional, sino que, además, se hizo a un fusil, formó en las desordenadas y espontáneas tropas rebeldes, y no fue sino hasta el día siguiente cuando se dio cuenta de que aquello, más que una revolución, era un doloroso, impotente y rabioso caos.
'Eran como las once de la mañana aproximadamente cuando gentes como enloquecidas comenzaron a correr por las calles repletas de público, gritando con ojos de indescriptible asombro: '¡Mataron a Gaitán¡ ¡Mataron a Gaitán!'. (…)En medio del patio un oficial armado de un fusil trataba de formar una escuadra, en medio de un gran desorden. Yo me arrimé allí y también formé en la escuadra. (…) Hubo un minuto, cuando ya en horas de la madrugada tuve tiempo de detenerme a recapacitar y pensar en la situación, en que estaba convencido de que aquella tropa estaba perdida (…). Pensé en Cuba, en mi familia, en muchas cosas, y me pregunté si yo debía permanecer allí en aquella cosa inútil', narró el cubano sobre el día en que mataron a Gaitán.
Sin embargo, pareciera que quien una década después sería líder de la revolución cubana hubiera quedado atado para siempre, como lo atestiguan las páginas del siglo XX, a los movimientos revolucionarios y guerrilleros colombianos.
Por ejemplo, bajo el auspicio de Castro se formó el ELN: ya como presidente, tras haber derrocado a Fulgencio Batista y erigido el triunfo de la revolución el 1 de enero de 1959, becó en 1962 a 60 estudiantes colombianos de la Juventud Comunista, Juco; el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino, Moec y el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL. Y de esos 60 universitarios, 11 formaron en la isla la ‘Brigada Pro Liberación José Antonio Galán’. Estos estudiantes colombianos participaron en la lucha en la Sierra del Escambray -de las milicias castristas frente a movimientos contrarevolucionarios- y al regresar al país formaron el ELN en el Magdalena Medio.
El extinto comandante del Ejército, el general (r) Álvaro Valencia Tovar, quien además capitaneara el operativo que en 1966 concluyó con la muerte del símbolo del ELN, el cura Camilo Torres, escribió en una columna en 1990 que de hecho habría sido Castro quien le puso el nombre a esa guerrilla: 'el señor Castro fundó, implantó y ha sido empecinado mentor del que quizá él mismo llamó Ejército de Liberación Nacional, ELN. Desde 1962, cuando propalaba a los vientos que haría del Ande suramericano la Sierra Maestra del continente, comenzaron sus empeños para introducir a nuestro país su modelo revolucionario'.
Y sobre el apoyo económico y moral que les prestaba el presidente cubano a los elenos, anota Valencia Tovar: '(…) para la misma época fue incautada una pistola 45, enviada por Castro a Fabio Vásquez, cabecilla del movimiento, con placa recordatoria, junto con una gruesa suma de dinero en dólares como apoyo a la guerrilla'.
La segunda de las visitas del expresidente cubano al país -y la segunda también a Cartagena después de haber salido huyendo de Bogotá en el 48 en un avión de carga que iba a Cuba y que se abasteció de combustible en La Heroica- ocurrió el 11 de agosto de 1993 -Castro llevaba cuatro décadas sin venir -, invitado por el entonces presidente César Gaviria y con la presencia de Gabriel García Márquez, su amigo. Ese día se extendía una gigantesca bandera cubana sobre las murallas y en la salsera y rebelde Getsemaní apareció ese día el grafiti: '¡Viva Cuba!'.
No obstante, en ese momento Castro sorprendió con una invitación de paz para los subversivos: 'que se acojan al camino de una paz negociada sin que se derrame una gota más de sangre', dijo, antes de saludar y agradecer, tras el almuerzo, a cada uno de los meseros y cocineros del restaurante en el que estaba: 'gracias por la comida de esta noche'.
Castro y la paz
Cuba y Castro, así como estimularon el nacimiento del ELN, han jugado papeles fundamentales en los procesos de paz con las subversiones colombianas, como el M-19 y las Farc, entre otras, precisamente por la interlocución en que se desenvuelve con fluidez entre el Estado y las guerrillas. De hecho, así lo ha reconocido el presidente Juan Manuel Santos a lo largo del recién concluido proceso de paz con las Farc, con sede precisamente en La Habana, y quien ayer envió sus condolencias por la muerte del líder cubano, sin dejar de mencionar que Castro, con su reconocimiento de que la lucha armada no era el camino, coadyuvó a la terminación del conflicto interno colombiano: 'Fidel Castro reconoció al final de sus días que la lucha armada no era el camino. Contribuyó así a poner fin al conflicto colombiano'.