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Lo que debería ser una sesión tranquila en la que se escucharían los testimonios de 42 víctimas del conflicto armado en el país, terminó convertida en una desagradable confrontación que inició tras la intervención de Gloria Gaitán, hija del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán asesinado a pocas cuadras de la sede del Congreso. Un hecho ocurrido hace 69 años y que marcó un antes y un después de la historia reciente del país.

Gloria, una mujer que no se ha guardado nada, aprovechó la oportunidad para cuestionar la implementación de la Ley de Víctimas. Sus pullas las enfiló en contra los congresistas liberales Juan Manuel Galán y la representante Clara Rojas a quienes acusó de no apoyar un proyecto de ley de su autoría para mejorar las condiciones de las personas afectadas por el conflicto en el país.

Aunque los reclamos fueron fuertes, incluso con comentarios en contra del primer mandatario, Juan Manuel Santos, el presidente del Congreso, Mauricio Lizcano, decidió no retirarle el uso de la palabra.

Desde el atril la hija del caudillo vio el ingreso del senador Álvaro Uribe y mientras este buscaba su silla, ella aprovechó para reclamarle por no financiar en su mandato del museo en homenaje a Gaitán, incluso, lo acusó de estar detrás de las demandas en su contra.

Al final del discurso no hubo aplausos y mientras la hija de Gaitán descendía del atril, Uribe pidió la palabra para hacer uso del derecho a réplica. Ahí ardió Troya. Algunos legisladores pidieron que no se le autorizara su intervención porque los parlamentarios estaban citados para escuchar a las víctimas no para intervenir.

Los gritos se apoderaron del lugar. Los congresistas del Centro Democrático ubicados en el ala izquierda del recinto, golpearon las curules. La representante María Fernanda Cabal, gritó desde su puesto, 'él es víctima de las Farc', para justificar el derecho a hablar del jefe natural de ese partido.

Ante la negativa, Uribe tomó su agenda negra que carga en todo momento y junto a los congresistas de su partido abandonaron el recinto. Desde las barras se escucharon toda clase de improperios. 'Él no es Dios', gritó una joven desde el tercer piso del recinto para referirse a Uribe y que se escuchó en todo el salón.

'Si las barras siguen gritando las mando desalojar', dijo el presidente del Congreso.

Segundo round

Mientras Uribe y sus parlamentarios salían del recinto, afuera los esperaban un grupo de defensores de derechos humanos que cuestionaron la actitud de los congresistas del Centro Democrático. 'Ustedes hablan todos los días', les gritaron.

La representante María Fernanda Cabal les hizo frente y en tono fuerte les dijo que legalmente Uribe tenía derecho a hablar. La discusión duró varios minutos y se disipó cuando Cabal abandonó el lugar. En la entrada del Congreso Uribe aprovechó que un grupo de personas que lo esperaba para señalar que abandonó el recinto porque no tuvo garantías.

Minutos antes y tras la salida del Elíptico, Uribe aprovechó la presencia de los medios de comunicación para justificar su retirada. 'Las restricciones democráticas que en Colombia me impidieron ejercer el derecho a la réplica al interior del Congreso, lo ejerzo aquí al frente de los ciudadanos y de los periodistas'.

Mientras eso ocurría en la parte baja del Salón Elíptico, en las barras también hubo un enfrentamiento. Una persona con audífono puesto en el oído llegó al sitio para grabar un video con un celular. Los representantes de las víctimas le exigieron que se identificara. El hombre de cabello con corte militar no lo hizo, al parecer esta personas empujó a una mujer por una escalera. La policía intervino pero el hombre nunca se identificó.

Quórum deliberatorio

Todo esto ocurrió antes del mediodía cuando la pantalla dejaba ver que 106 Representantes a la Cámara de los 166 atendieron el llamado a lista. Al menos 60 de los 102 senadores también asistieron a la sesión para escuchar a las víctimas.

Paradójicamente el salón se veía colmado, en el recinto transitaban asesores de los parlamentarios, víctimas e incluso algunos niños que corrían entre las curules, en una sesión que arrancó a las 10:00 de la mañana y que terminó de manera lánguida cuando uno a uno de los congresistas abandonó la sesión para iniciar las vacaciones de Semana Santa y terminar el Domingo de Ramos pasado por agua.

Para muchos, este homenaje a las víctimas fue bochornoso. Un día que debería primar la reconciliación entre los colombianos, terminó agudizando las peleas políticas.