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Se sintió durante el discurso del presidente Juan Manuel Santos, en la instalación de la nueva legislatura, que se abre el año electoral: las oposiciones, tanto de derecha como de izquierda, hicieron evidentes, sobre todo la segunda, su distanciamiento con el Gobierno.

Cuando el jefe de Estado llegaba, el Centro Democrático ni se inmutó para levantarse de sus asientos y, al término de las palabras presidenciales, ni el Polo ni los verdes tampoco aplaudieron.

Desde antes de la instalación, los izquierdistas exhibían sus carteles de 'No nos callarán', en rechazo a las acciones que interpusieron el fiscal Néstor Humberto Martínez contra el senador Jorge Robledo por las críticas en el marco del escándalo de Odebrecht y el exministro Luis Felipe Henao contra la senadora Claudia López por los casos de corrupción en Cambio Radical.

Entre tanto, los costeños que aspiraban a la mesa directiva de la Cámara alta hacían campaña voz a voz y voto a voto en el Salón Elíptico, donde el Obregón al respaldo de la mesa vio al atlanticense Eduardo Pulgar y a los cartageneros Antonio Correa y Andrés García Zuccardi recorrer todo el recinto en busca de simpatías.

Luego, los senadores costeños Teresita García, Álvaro Ashton, Antonio Guerra, García Zuccardi y Efraín Cepeda, y el representante caribe Hernando Deluque, fueron en la comisión protocolaria a buscar a Santos.

Y mientras el presidente daba su discurso, el expresidente y senador Álvaro Uribe uso su perfil de Twitter como tribuna para atacar al mandatario: fueron 42 los trinos que publicó.

'La paz no es claudicación ante el terrorismo. Aumento del narcoterrorismo, de drogadicción, disminución confianza no constituyen mejoramiento del país. El Caribe tiene toda la incertidumbre con el tema Electricaribe. Buen viraje No Chávez –El mejor amigo– y ahora sí habla contra Maduro. Oportunismo no es serio en relaciones extranjeras', fueron algunos de sus mensajes en 140 caracteres.

No obstante, cuando el jefe de Estado agradeció a los militares su sacrificio por la paz, ahí sí, el Congreso en pleno se levantó a aplaudir: las víctimas de uniforme, y al mismo tiempo sus héroes, unieron por fin al Gobierno y las oposiciones.