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En los barrios está el mejor ejemplo de que las mujeres distribuyen mejor sus ingresos que los hombres.

Se estima que el 64 por ciento de las mujeres que administran sus tiendas son madres cabeza de hogar, que han logrado educar a sus hijos y brindarles una buena calidad de vida, lo que las convierte en modelo a seguir para la sociedad.

Mujeres con liderazgo responsable que prestan servicios a su comunidad, liderando sus propios negocios, dejando atrás el estereotipo de mujeres que debían estar pendientes única y exclusivamente a atender los quehaceres del hogar.

La figura de la mujer dependiente del hombre viene desapareciendo desde algunos años, y hoy son empoderadas y luchadoras que con su esfuerzo y dedicación logran metas personales y familiares.

Según el Banco Mundial, en Colombia la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral colombiano es superior al 55%, veinte puntos por encima de la cifra que se registraba al inicio de la década de los 90.

En la vida cotidiana, las encontramos realizando todo tipo de actividades, inclusive algunas que eran catalogadas como exclusivas para hombres. Tal es el caso de las taxistas, conductoras de buses, mecánicas, vigilantes, futbolistas, árbitros deportivos, entre otras.

También se encuentran actividades laborales en las que la gestión de las mujeres representa una mayor eficacia y efectividad con respecto a la de los hombres, como aquellas que se encargan del manejo del talento humano, o las farmacéuticas.

La mujer de este siglo se ha convertido en una ‘jalonadora’ de la economía colombiana y mundial. Y son varias las características particulares que diferencian a la mujer trabajadora del hombre trabajador, especialmente en la manera como priorizan sus gastos e inversiones.

La mujer empoderada de hoy viene haciendo un aporte valioso a la sociedad colombiana, como impulsar la generación de políticas y programas que apalanquen e impulsen el papel de ellas en nuestro país. Esto es clave tanto para mejorar la economía, como para garantizar una gestión más humana y concienzuda. Permitiendo, por ejemplo, que se reduzca la brecha de desempleo entre hombres y mujeres, la cual según el DANE se situó en 11,1% para mujeres y 6,7% para hombres durante el año 2016.

He ahí la importancia de la discusión de las brechas salariales que se ha puesto en la mesa durante los últimos años. Si las mujeres utilizan mejor sus salarios, priorizando en su familia y en cosas que benefician a la sociedad en general, ¿por qué la brecha salarial entre hombres y mujeres en Colombia, según el Ministerio de Educación, sigue siendo superior al 10%?