'Quiero dormir y cuando cierro mis ojos veo el pilón del puente cayéndose', cuenta Óscar Arnache Chiquillo, tras cuatro días de la tragedia.
Se salvó de milagro del desplome del viaducto que se construía en la doble calzada Bogotá-Villaviencio, sector de Chirajará en jurisdicción del municipio de Guayabetal (Cundinamarca).
Era el único operador de grúas durante ese lunes y estaba cargo de maniobrar las dos que había en cada extremo del puente.
Faltaba un cuarto para las doce. Había salido de la maquina a recoger sus zapatos de trabajo ante el temporal de lluvia que se avecinaba pero cuando regresó a la grúa y se disponía a continuar con sus labores, lo sorprendió un horrible estruendo a sus espaldas.
Él volteó inmediatamente sin imaginar que le tocaría contemplar la tragedia que hoy no lo deja dormir.
'Mire hacia el estribo y desafortunadamente vi como el puente se derrumbaba. Mi reacción en ese momento fue salir corriendo. Todos corrimos en medio del pánico en busca de un sitio seguro', relató Arnache oriundo del municipio Currumaní en el Cesar.
Agradece a Dios porque no le pasó nada pero también siente impotencia por la muerte de sus nueve compañeros; en especial por el fallecimiento de su amigo Giovanni Monroy de 46 años, un soldador antioqueño.