Jorge Peña y su nieto de cuatro años son dos venezolanos, de miles, que el viernes no pudieron salir de Venezuela hacia Colombia por no cumplir con los requisitos que determinó el presidente Juan Manuel Santos para los extranjeros que quieran pisar suelo colombiano.
El hombre, de unos 60 años, cuerpo menudo, pero firme, aguantaba los empujones de un río humano, recostándose a una valla que instaló la Policía para regular el paso. Detrás, una turba de miles de personas que pretendía cruzar el puente Internacional Simón Bolívar alzaba con afán sus cédulas y tarjetas migratorias para conseguir moverse hacia su destino.
Ya había pasado hora y media desde que Jorge se metió entre la multitud, eran las 10:00 de la mañana, pero al pasar por la alcabala de Migración Colombia se quedó en el filtro por no tener la partida de nacimiento del niño. Lo mismo le estaba pasando a otros padres con sus niños por no tener la documentación.
Según este venezolano, su visita al país tenía como único fin conseguir las vacunas que necesita su nieto y regresar, pero aunque ofreció estas excusas se quedó en la mitad del puente, en medio de gente sudorosa, asfixiada por el inclemente sol de la frontera y por las necesidades ante la escasez y el problema político que afronta su país.
El drama
El del viernes no fue un día fácil para cruzar la frontera. Según los migrantes, llegar a Colombia, tras recorrer los 500 metros que hay entre la alcabala de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la mitad del puente internacional que divide a los países, podría tomar mínimo una hora, o hasta dos, debido a los estrictos controles.
La desinformación y el caos también fue parte de la jornada, porque a quienes no los dejaron pasar por la falta de documentación volvían diciendo que habían cerrado la frontera.
Colombianos que se dirigían a Venezuela tampoco pudieron cruzar por la exigencia del pasaporte.
Cuando eran aproximadamente las 10:30 de la mañana hubo personas que no resistieron estar entre la aglomeración y se desmayaron. La euforia que vivieron miles de venezolanos revivió la escena que hubo hace dos años cuando el presidente Nicolás Maduro cerró la frontera.
'Sentimos miedo de que de pronto haya una estampida y queden nuestros niños en medio, porque ellos son frágiles y están asustados', dijo Elsa Martínez, quien cruzaba con un bebé de brazos que no calmaba el llanto. Abuelos y discapacitados no tuvieron fila preferencial del lado de Venezuela, lo que complicó aún más la situación.
Los controles
Según el comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, coronel Javier Barrera, los controles se ajustan a lo ordenado y son necesarios si se quiere tener una frontera segura.
'Ayer (jueves) a esta misma hora (10:30 a.m.) habían pasado casi 16.000 personas, hoy en el mismo lapso de tiempo han cruzado 7000', sostuvo.
En la mañana, unas 25 personas fueron sorprendidas por las autoridades intentando cruzar con Tarjetas Migratorias Fronterizas falsas o que no les pertenecían, siendo devueltos por Migración Colombia.
El coronel Barrera agregó que en las mañanas se hará control en La Parada y simultáneo a esto el Grupo Especial Migratorio (GEM) desarrollará control en las plazas y parques. De noche no se permitirá que la gente duerma en las calles.
Según Migración Colombia, los torniquetes para contar migrantes fueron retirados y cambiados por sensores de calor que darán mayor precisión del número de personas que ingresan al país.
Esta entidad suspendió la emisión de más tarjetas migratorias fronterizas debido al mal uso que los extranjeros le dieron, pues se quedaron viviendo en territorio nacional.
Normalidad en Paraguachón
Periodistas de EL HERALDO constataron que las medidas aplicadas en Norte de Santander todavía no se aplicaban el viernes al puesto fronterizo de Paraguachón, en Maicao (La Guajira), donde había normalidad en los movimientos migratorios. A esa localidad tampoco han llegado refuerzos de seguridad por parte del Ejército o de la Policía.
*Con información de La Opinión