El gobierno colombiano pidió este martes a Rusia que no emplee la crisis en Venezuela como 'instrumento' de una 'competencia geopolítica' y señaló que cualquier apoyo militar al mandatario Nicolás Maduro constituye una 'amenaza a la paz y seguridad de la región'.
El canciller Carlos Holmes Trujillo reaccionó en esos términos a un pronunciamiento del Consejo de la Asamblea Federal (Legislativo) de Rusia emitido a finales de febrero, que fue enviado por la embajada de Moscú en Bogotá a la cámara baja del Congreso colombiano.
En esa declaración a los parlamentos del mundo, los legisladores rusos advierten que el 'uso ilegítimo de la fuerza militar contra Venezuela por parte de otros Estados que respaldan a la oposición' venezolana será 'interpretado como una agresión' al gobierno de Caracas, aliado de Moscú, así como 'una amenaza a la paz y seguridad internacionales'.
El jefe de la diplomacia colombiana rechazó 'enfáticamente' esa declaración en un mensaje público.
'La situación de Venezuela constituye un asunto regional y hemisférico que no debe ser empleado como instrumento de ninguna competencia geopolítica', señaló Holmes Trujillo, en tácita alusión a la creciente disputa de Moscú y Washington.
En los últimos días Rusia ha desplegado militares y equipos en Venezuela en medio del cerco diplomático que lidera la Casa Blanca sobre el gobierno de Maduro.
Estados Unidos, que no descarta el uso de la fuerza contra el líder chavista, consideró esos movimientos como una 'provocación' y pidió a Rusia que salga de Venezuela, un país asediado por una severa crisis económica y política que ha derivado en el éxodo de millones de venezolanos.
Estrecho socio de Washington, el gobierno colombiano reiteró que 'cualquier despliegue o incursión militar' en apoyo a Maduro 'pone en riesgo la transición democrática y la normalización constitucional en Venezuela, y constituye una amenaza a la paz, la seguridad y la estabilidad en la región'.
Colombia, que en los últimos años ha recibido 1,2 millones de migrantes provenientes de Venezuela, encabeza la presión diplomática regional para forzar la salida de Maduro y es uno de los más de 50 países que reconocen al opositor Juan Guaidó como mandatario interino del país petrolero.
Sin embargo, se ha apartado de una eventual solución militar a la crisis. Los dos países comparten una porosa frontera de 2.200 km.