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Tras haber sido condenado a dos sentencias de 39 y 18 años de cárcel por la violación y asesinato de 11 mujeres y enterrar sus cuerpos en el cerro capitalino de Monserrate entre 2011 y 2014, este martes se conocerá la tercera sentencia contra Freddy Armando Valencia Vargas, conocido como El Monstruo de Monserrate, por los casos de Sonia Yineth Martínez Uribe, de 24 años y de Adriana Patricia Porras Cruz, de 29.

Los casos, que conoce el Juzgado 30 del Circuito Penal de Bogotá, tienen que ver con la violación y asesinato en 2011 de Porras Cruz, quien había caído en las drogas y habitaba en la calle luego de haber sido una estudiante de comercio exterior y madre de un niño de 6 años.

Así mismo, Martínez Uribe, asesinada en 2014, había caído en el consumo de estupefacientes luego de una relación con un hombre mayor que la maltrataba.

El Monstruo de Monserrate, de 39 años, habitante de la calle, según las pesquisas, iba a las ‘ollas’ o puntos de venta de droga del ‘Bronx’, donde seducía a mujeres igualmente adictas, de entre 18 y 22 años, y las llevaba con engaños, entre las 11 de la noche y la una de la mañana, a su cambuche, ubicado en la espesura del cerro de Monserrate, al centro de Bogotá.

Las víctimas se dejaban convencer a cambio de drogas y comida, y una vez en medio del monte, las asesinaba y abandonaba sus cadáveres en la montaña bajo otras montañas de basura, cuyo nauseabundo olor escondían el hedor de putrefacción de los cadáveres.

Tras ser detenido, en medio de sus confesiones, narró con frialdad a los medios: 'quise bañarlas, cambiarlas y que tuvieran más facilidad de salir a conseguir plata. Cuando las invitaba a mi casa a cambio de todo lo que yo les ofrecía pedía a cambio cinco minutos de placer'.

Valencia repitió ante la prensa que solo actuó 'en defensa propia' y confesó que cuando las mujeres no cumplían las promesas las asesinaba, la mayoría de las veces por asfixia, y posteriormente las descuartizaba para guardarlas en bolsas de basura y enterrarlas.

El sábado 28 noviembre de 2015, un perro de una familia de recicladores que se disponía a vivir en la zona escarbó en la basura y encontró un hueso humano, destapándose de inmediato un olor fétido.

La familia, a la que Valencia le había cobrado 10 mil pesos diarios para poder asentarse allí, alertó a la Policía sobre el hallazgo y varios uniformados fueron hasta el sitio.

La actitud sospechosa del Monstruo, además, llevó a los policías a requisar los alrededores de su cambuche, en el que encontraron unas bolsas negras con restos óseos.

El lugar donde desde hacía seis años vivía el Monstruo, conocido como el Mirador de la Paz, queda en medio de la densa maleza del cerro, a apenas 500 metros de la entrada al santuario de Monserrate. Allí, en medio de la cordillera de los Andes, también tienen sus precarias chozas otras 100 personas, entre habitantes de la calle, familias desplazadas y personas en pobreza extrema.

En uno de sus relatos manifestó: 'Yo recogía a estas muchachas en la calle, las llevaba a mi casa, las bañaba, les daba comida y a cambio de todo esto yo pedía estar con ellas pero ya cuando tenían todo esto, ellas querían llevarse mis cosas de valor, entonces yo por defenderme las asfixié. Me acuerdo claro de por lo menos cuatro, de las otras no porque estaba muy trabado'.

Y agregó: 'Les doy bazuco o marihuana, trago, y a veces más regalos, pero cuando ellas no me cumplen, me da rabia y las ahorco'.

Valencia estudió algunos semestres de ingeniería en una universidad de la capital, antes de caer en la drogadicción. No escapó del lugar del crimen y vivía prácticamente entre los cadáveres.