Compartir:

Una granada le arrancó las manos a Edwin Correa. Pero el guerrillero de las Farc siguió aferrado a su fusil hasta la firma de la paz hace casi tres años. Ahora, como experto en explosivos, forma parte de un nuevo batallón para desminar Colombia.

'Prácticamente toda mi vida fue en la guerrilla. Ya hoy en día estamos dedicados al desminado humanitario (...) Sembramos minas y hoy en día nosotros mismos la sacamos', explicó a la AFP este exguerrillero de 36 años.

Sin ayuda, se ajusta un chaleco blindado y el casco con visera para protegerse de las esquirlas de explosivos. Combatiente de las Farc desde los 14 años, perdió las dos manos antes de cumplir 19. Pero nunca pudo usar prótesis.

'Me sentía aún más discapacitado', dice, simulando como se las arreglaba para acomodarse el fusil contra su hombro con el muñón izquierdo. El gatillo lo apretaba con un cordón.

Bajo sus órdenes, cuatro exguerrilleros cargados con detectores de metal avanzan sobre un camino señalizado con bastones blancos, que conduce a un bosque supuestamente minado, en La Montañita.

Ubicado en el corazón del Caguán, una región del departamento de Caquetá, feudo de la disuelta rebelión marxista, este es uno de los municipios con más víctimas de minas antipersona.