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Nacieron durante el proceso de paz que permitió a sus padres dejar las armas. Pero estos hijos de exguerrilleros crecen aprendiendo a evitar los explosivos que fueron diseminados en Colombia por todos los actores de la guerra, incluidos narcotraficantes.

'¿Qué hace una mina antipersona?' Un niño travieso se levanta de un salto: '¡Boum!', grita. Más serena, una niña agrega: 'Explota cuando uno la toca o la pisa, y te mata'.

Sentados en media luna en un patio cubierto, unos quince pequeños dialogan con un equipo de Educación en el Riesgo de Minas (ERM), que un día llegó hasta su apartada escuela ubicada al final de un camino de La Montañita, municipio del departamento de Caquetá (sur).

Los alumnos reaccionan a las fotos que les muestran sus instructores, cuatro exguerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), convertidas en partido tras firmar la paz el 24 de noviembre de 2016.

'Esto es una bomba que se parece a un chupo', señala otra niña, apuntando hacia la imagen de un mortero. Con el ceño fruncido, observa otras fotografías, más duras, de víctimas amputadas por minas antipersona.

El equipo de ERM enseña comportamientos seguros a los niños precisamente en el que fuera uno de los feudos de la rebelión armada.

En esta zona pueden toparse con una mina a la vuelta de un sendero, a la orilla de un río o cerca de una casa abandonada en medio de las montañas verde esmeralda.