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Sandra Ramírez ahora lucha desde el atril del Senado. Alexandra Fontecha sigue armada, pero está a las órdenes del Estado que combatió a sangre y fuego. La vida de las dos exguerrilleras de las FARC cambió drásticamente en los tres años que pasaron desde que se firmó la paz en Colombia.

El acuerdo que desarmó a la que fuera la guerrilla más poderosa de América, rubricado el 24 de noviembre de 2016 con el gobierno de Juan Manuel Santos, aún divide hondamente a Colombia entre partidarios y quienes lo consideran blando con los rebeldes.

Pero alivió un conflicto que deja ocho millones de víctimas en medio siglo, y transformó la vida de 13.000 hombres y mujeres que silenciaron los fusiles.