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Con el pelo rojo escarlata cubierto bajo un gorro de Navidad, Jefferson Andrade se estrenó en un coro que parecía impensable. Sus hoy compañeros de canto fueron enemigos o víctimas de la guerrilla con la que luchó por años en Colombia.

En un centro comercial de la ciudad de Medellín, se escuchó por primera vez esta semana el Coro Reconciliación, la iniciativa que pretende aliviar con villancicos las heridas que se han ido acumulando a lo largo de medio siglo de enfrentamientos.

Fueron cuatro meses de ensayos, de un ejercicio armónico de convivencia, antes de que las voces de los exguerrilleros, exparamilitares y víctimas debutaran al unísono.

'Fui creciendo con esa violencia (...), ni imaginaba siquiera tocar un lapicero para escribir un poema, o escribir una letra, una canción', evoca Andrade, un afrocolombiano de 25 años.

Acompañados de 68 músicos profesionales, el Coro Reconciliación reúne a 22 coristas que antes eran o los deudos o verdugos de la misma guerra interna. Aunque ninguno aquí sufrió de manera directa las acciones de otro, todos representan el sufrimiento.

El sufrimiento que también han padecido más de ocho millones de víctimas de la prolongada conflagración colombiana, que en seis décadas ha enfrentado a guerrillas, paramilitares, narcos y agentes estatales.