Blanca Monroy se esmera para que la imagen que está tallando se parezca a la de su hijo de pequeño. Once años después de la ejecución militar de Julián, busca consuelo en la madera ante la falta de una verdad completa.
Julián Oviedo era el cuarto de sus ocho hijos. El 2 de marzo de 2008 desapareció y ocho meses después su cuerpo fue hallado en una fosa común a casi 650 kilómetros de casa.
La fiscalía determinó que el joven de 19 años murió al día siguiente de su desaparición. Julián, dijo el ejército, cayó en combate. 'Era un guerrillero que extorsionaba ganaderos'.
Pero familiares y vecinos jamás acreditaron ese parte de guerra. Julián era un obrero que entretenía a sus hermanos menores y quería prestar servicio militar.
Además, ayudaba a cuidar el jardín del empobrecido hogar. Gracias a 'sus lindas manos, a esa bendición de sus manos, mis matas eran muy hermosas', dice a AFP esta mujer de 60 años.
Guiada por una foto, la madre moldea la figura de su hijo en un jardín de flores.
Su caso es parte de un copioso expediente: el de las 2.248 ejecuciones extrajudiciales conocidas como 'falsos positivos', el mayor escándalo de las fuerzas militares en su lucha de más de medio siglo contra los grupos rebeldes.
El 59% de esas muertes ocurrió entre 2006 y 2008 bajo el gobierno del expresidente Álvaro Uribe.