En medio de un hecho inédito en la Comisión de la Verdad, el expresidente Ernesto Samper dijo este jueves que el crimen del dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado, asesinado el 2 de noviembre de 1995, fue perpetrado por 'derechistas y militares' ante la supuesta negativa del exconstituyente a liderar una aparente conspiración para fraguar un golpe de Estado en su contra.
'Álvaro Gómez era mi amigo personal y político. Participé en su liberación cuando estuvo secuestrado. Fui a Panamá a gestionar su liberación con el M-19. Había tres ministros alvaristas en mi gabinete: Rodrigo Marín Bernal, Juan Carlos Esguerra y Daniel Azuera, su sobrino', afirmó el exmandatario.
Dijo además que aunque Gómez lo criticara, tenían una buena relación: 'Al margen de que Gómez escribiera editoriales de El Siglo, teníamos una magnífica relación personal y una semana antes de sus asesinato me envió una solicitud de que quería hablar conmigo'.
Luego narró lo sucedido el día de su homicidio: 'El 2 de noviembre del 95 estaba atendiendo una reunión de campesinos y suspendí las reuniones, decreté una conmoción interior, subí a la casa privada a caminar los problemas y al mediodía Juan Gómez Martínez, ministro conservador, me dijo que quería hablar conmigo y me dijo que en una emisora dijeron que habían visto un vehículo, era un campero beige Nissan con arnas y gente rara, y que a la hora había aparecido en el Intra dos oficiales de la Brigada de Inteligencia a pedir la carpeta de ese vehículo y se la querían llevar. El funcionario le sacó fotocopia a la carpeta del vehículo. Estaba asignado a la Escuela Superior de Guerra y el director dijo que habían ido a conseguir una revista Cromos vieja, menuda situación si necesita llevar uno gente armada'.
Frente a las pesquisas por el crimen, mencionó: 'Le pedí al fiscal Valdivieso que le pedí que recibiera a Miguel Gómez Martínez. Y el fiscal nombró al fiscal Marroquín y comenzó a trabajar en las pruebas que después se hicieron más contundentes cuando se encontró que había vainillas de armas de uso privativo del Ejército en la zona del crimen, y esas vainillas se perdieron. El fiscal del caso me informaba y comenzó a desenredar y a encontrar coroneles comprometidos y al director de la Escuela, y el fiscal estaba muy asustado porque tenía amenazas y tomamos la decisión de sacarlo del país'.
Igualmente se refirió a los señalamientos en su contra de la familia Gómez Hurtado: 'cuando estábamos en esas investigaciones sorpresivamente apareció la familia Gómez Hurtado y dijo que era un crimen de Estado ordenado por Samper y Serpa y citaban como testigos a cuatro jefes del narcotráfico y paramilitares presos en las cárceles de EEUU'.
Acerca de las razones del magnicidio, Samper aseveró: 'Se abandonó la línea de investigación luego y ya el juicio era en la Comisión de Acusaciones. Para mí había un claro intento de desviar la investigación porque ya se había encontrado a autores materiales que siguen presos y se había explorado lo de los autores intelectuales. El exembajador Myles Frechette dijo que no creía que Samper y Serpa tuvieran nada que ver, que creía que el crimen fue de derechistas y militares que pensaron en él para la conspiración y él les dijo que no y por esa negación lo mataron'.
Y agregó que 'Eduarfo Matuk, amigo de Álvaro Gómez, contó que tres días antes del crimen Gómez le dijo que le llevara el libro de contabilidad para ver el organigrama de los altos mandos y estaba exaltado, y me dijo Eduardo que lo querían meter en un golpe de Estado y que él a eso no le jalaba y agregó que Samper es un buen tipo. La declaración esté en un expediente de un fiscal Bermeo'.
Concluye sobre este tema el exjefe de Estado que 'los conspiradores de sangre buscaron a Gómez para que sirviera de jefe de gobierno de la oposición en una transición no democrática y él se opuso, y él sabía demasiado y eso le costó la vida. Esa es la versión que encuentro coherente'.
Dijo además sobre la aparente conspiración para tumbarlo que 'los conspiradores ideológicos se reunían periódicamente en almuerzos en que se hablaba de golpes de Estado, tuve acceso a los documentos de la conspiración y me los envió el exviceministro Rommel Hurtado. Eran 34 documentos que hablaban de cerrar el Congreso, decretando la conmoción interior, restableciendo la extradición y era un catálogo en el que había personas sobresalientes, que no las voy a mencionar, y debajo de ellos había conspiradores. Y uno de ellos buscó a Frechette para que EEUU apoyara la conspiración que se estaba fraguando. Frechette no quiso participar pero le faltó la parte de que no le informara al gobierno durante un año, por eso Frechette acabó su carrera diplomática'.
Y en relación con el Proceso 8.000, referente a la entrada de dineros del narcotráfico a su campaña presidencial, Samper afirmó que 'los casetes que nosotros recibimos eran editados. Los originales se referían a las dos campañas y los que se publicaron solo se referían a mi campaña', haciendo mención de su contrincante político entonces, el expresidente Andrés Pastrana.
'Jamás hubo un acuerdo formal de alguien de la campaña con el Cartel de Cali, algo que ha verificado el general (r) Naranjo en su libro cuando habla del desmantelamiento de ese cartel en mi gobierno', añadió.
Sobre su exministro Fernando Botero, el expresidente aseveró: 'Hay dos procesos. Uno que condena a Fernando Botero en el Tribunal de Cundinamarca y otro que llegó a la Corte Suprema. Ambos demuestran que esos dineros fueron usados a su propio beneficio. (...) Todo el Proceso 8.000 estuvo enlodado por filtraciones y anónimos. Yo creí en la inocencia de Fernando Botero, pero a comienzos de 1996 Botero se viene en contra del gobierno, cuando la Comisión de Acusaciones me exonera'.
'No es que no me hayan dejado gobernar, es que yo me defendí gobernando. (...) Quiero ser recordado por las obras sociales y no por el Proceso 8.000 que ni siquiera era mi proceso. (...) Dije siempre la verdad y eso me ayudó a salir adelante dentro de este proceso. Entonces no hubo estrategia distinta a decir la verdad', fueron algunas de las afirmaciones de Samper.
Y acerca del papel de los EEUU en lo sucedido, narra ante la Comisión de la Verdad: 'Apenas ocho o 10 días después de que se declaró mi inocencia me quitaron la visa a Estados Unidos, pero dijo que el presidente de Colombia no necesita visa para gobernar en Colombia. Luego supe que el Departamento de Estado decía que había que mantener la tensión con Samper'.