A un mes de que se cumpla un año del paro nacional del 21 de noviembre de 2019 y con el buen sabor de boca que dejó la minga pacífica de las comunidades indígenas del suroccidente del país esta semana, el balance que deja el calendario transcurrido podría apuntar a que el 2020, aún a pesar de la pandemia, ha sido un año de protestas, algunas con saldos trágicos, y que dejan pendientes para los promotores, el Gobierno y la Policía.
El corte de cuentas que hacen los líderes de las manifestaciones señala al Ejecutivo de desoír los clamores de los sectores que exigen reivindicaciones sociales, mientras que fallos judiciales y llamados de atención de los entes de control urgen reformas por parte de la Policía para atender la protesta pública, una buena parte de la opinión pública condena los desmanes y los excesos de los manifestantes y el Gobierno dice que ha escuchado a todos los sectores, que están preparándose los nuevos protocolos de la fuerza pública y que tras el levantamiento popular hay infiltración de grupos armados ilegales.
En cuanto a la conversación nacional que dispuso el Ejecutivo para conjurar el paro, el balance oficial es que desde el 13 de diciembre hasta el 6 de marzo se registraron 13.883 propuestas y se realizaron 36 mesas nacionales y 11 regionales.
'Gobierno, en silencio'
Fabio Arias, fiscal de la CUT, le dijo a este diario que 'el paro del 21 de noviembre ha sido la expresión de mayor alcance y cobertura de la movilización popular en el país en los últimos 70 años, superior a la del paro cívico nacional del 77, por la cobertura y por la duración del evento'.
Frente a lo que se ha logrado del pliego de peticiones advierte el líder sindical que 'Duque se ha valido de circunstancias particulares para enfriar un poco la situación, lo logró el año pasado por las festividades navideñas y en este año por la pandemia, y en eso ha hecho ‘ochas y panochas’ con las peticiones y angustias de la emergencia, la renta básica y la matricula cero y con eso ha logrado enfriar un poco, y ha procedido contra la ciudadanía en general y la expresión que tenemos es que el Gobierno dialoga y hace concertaciones con los poderosos y con el Grupo Empresarial Antioqueño, por ejemplo, y a los demás les aplica el silencio total'.
Sin embargo, asegura Arias que los coletazos del paro se han sentido incluso en medio de la cuarentena, pues tras algunas manifestaciones en la calle en enero y febrero, hubo protestas virtuales el 1 de mayo y el 7 de agosto.
'Evidentemente hicimos plantones con la gente de la salud entre marzo, abril y mayo, y de mayo a agosto hicimos varios plantones con los trabajadores del Sena, con los educadores y el magisterio, los trabajadores de Ecopetrol y el 31 de agosto continuó la huelga en El Cerrejón, y eso nos motivó a salir a la calle el 21 de octubre, donde los mejores animadores del paro fueron los indígenas del suroccidente', indicó.
Acerca de la conversación nacional, cuestionó el trabajador que fue 'lo mismo que pasó en Francia con los ‘chalecos amarillos’, que levantaron un conversación y el presidente Emmanuel Macron se inventó otra conversación con los amigos de su gobierno'.
Finalmente, frente a los episodios acaecidos en septiembre pasado en que hubo un saldo de 10 civiles muertos al parecer a manos de balas policiales, el promotor criticó que 'eso muestra que este gobierno cada vez se lanza más al vacío del fascismo, va por ese despeñadero y va a meter al país en un genocidio generalizado'.
'Protesta desdibujada'
En la opinión del general (r) de la Policía, Juan Carlos Buitrago, 'las protestas del paro nacional comenzaron como una iniciativa y liderazgo legítimo por parte de los estudiantes universitarios, sin embargo, la debilidad de su estructura y la capacidad de absorción de la izquierda excéntrica, conllevaron a que se desdibujara, se infiltrara, se vandalizara y terminara cooptada y manipulada por la denominada Fuerza Urbana Nacional FUN, estrategia soterrada donde convergen grupos terroristas, anarquistas y organizaciones sociales y políticas que representan sectores de izquierda extrema y que busca llevarnos al modelo dictatorial bolivariano'.
El exdirector de la Policía Fiscal y Aduanera le dijo además a este periódico que las 'únicas protestas pacíficas del año' fueron 'las de esta semana, incluyendo la minga'.
No obstante, considera el alto oficial retirado que 'hubo un asunto muy grave y es que se suplantó a la autoridad de policía por unos gestores de convivencia y por la guardia indígena. La alcaldesa de Bogotá trata en forma despectiva a su Policía y prefiere tenerlos encerrados o desarmados para generar espacios de movilización social con evidente tinte político. Hubo tranquilidad aparente, evitaron desmanes y los infiltrados simplemente se quitaron el pasamontañas y dejaron la actitud agresiva y bombas molotov en casa y en las universidades. La valla de amenaza al expresidente Uribe es un precedente muy grave que nunca fue rechazado por los líderes de la minga. Cómo pretender no ser estigmatizados'.
Y reconoce Buitrago que 'motivos siempre habrán' para la protesta social en el país, 'no podemos desconocer problemáticas acumuladas y pendientes no solucionados que afectan la educación, los trabajadores, los campesinos y los mismos indígenas'.
Sin embargo, advierte que 'la gran amenaza para la democracia es que estas protestas han sido cooptadas por la FUN para generar caos, atacar al Gobierno, deslegitimar el uso de la fuerza y conquistar aspiraciones electorales hacia el 2022. Y el alma y cuerpo es el socialismo del siglo XXI, que tiene en el abismo a los venezolanos'.
La minga indígena: ganó y perdió