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Es una verdad reconocida universalmente que el concepto de 'tierra de nadie' históricamente se ha usado para designar a aquella porción de tierra que se encuentra en enfrentamiento bélico y no es reclamada por ninguna de las partes. También es cierto que la 'tierra de nadie', tal como lo dice su nombre, es propiedad de nadie, pero de todos al mismo tiempo y que es igualmente de dura y cruel que cualquier territorio expuesto al conflicto, ya que al ser disputado por varias facciones se encuentra en un espiral de violencia constante.

Mientras en septiembre de 2016 el país celebraba la transición a la vida civil de la guerrilla de las Farc, los grupos ilegales que operan en el país se preparaban para disputarse los territorios que anteriormente eran dominados por la extinta guerrilla y que pasaban a convertirse en lo que ninguna población desea ser: 'la tierra de nadie'.

Fue así como el Eln logró captar la mayoría de esos espacios, logrando en los últimos años un reacomodo de sus filas y una expansión rápida de incursiones a municipios en los dos años de repliegue de las Farc- Ep y con posterioridad a la dejación de armas.

El 14 de febrero Monitoreo de Riesgos de la Unidad de Investigación y Acusación (UIA) de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) alertó que 'el Eln aprovechó la ausencia de una política integral del Estado que permita consolidar la paz territorial, así como la emergencia sanitaria por la covid-19, para llegar a zonas donde había perdido el control hace tres décadas'.

Según el ‘Balance sobre las dinámicas del Eln en Colombia’ presentado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) y el Observatorio de conflictos y DD. HH., durante los últimos tres años 'se observa por un lado un aumento de presencia territorial por patrullaje o movilidad coyuntural y, por otro lado, debilitamiento político y pérdida de base social que se asocia al ingreso a otras regiones en donde las comunidades rechazan la presencia de armados y consideran una amenaza la disputa violenta de sus territorios'.

Asimismo, el análisis señala que entre 2018 y 2020 hubo una presencia recurrente (sostenida) en 136 municipios y exploraciones de expansión o tránsito en 57 nuevos. En el Caribe, el Eln mantiene una presencia permanente en el sur del Cesar y Bolívar, y desde el 2020 hay una presencia esporádica en Atlántico, Córdoba, Sucre e incursión recurrente en La Guajira (Serranía del Perijá).