A la familia de Hemerson Salas González jamás se le pasó por la cabeza sepultar, a temprana edad (29 años), el cuerpo de su pariente y mucho menos que ese ritual lo harían en suelo extranjero. El joven apenas tenía siete meses de vivir en Barranquilla, pues había llegado desde Venezuela con la intención de poder mejorar su calidad de vida y la de sus parientes.
Pero ese sueño se apagó de momento. Una bala perdida acabó con su vida, la tarde del pasado martes 24 de agosto, cuando fue alcanzado por el proyectil que fue accionado en medio de una riña que se registraba en las inmediaciones del Megacolegio Las Cayenas, a la altura de la Circunvalar, suroccidente de la capital del Atlántico.
La familia de Salas González relató que la pelea se originó en medio de la lluvia que cayó esa tarde. Hemerson desconocía que en varios sectores de la ciudad, cuando caen tres gotas de agua desde el cielo, las pandillas salen para enfrentarse en las calles, con armas artesanales, palos, piedras y demás objetos contundentes.
El desenlace del joven venezolano se suma a los más de 360 migrantes que, entre enero y agosto de 2021, han sido asesinados en Colombia. Según varios estudios, la mayoría de estos homicidios se dan por el desconocimiento que tienen los migrantes de la zona a la que llegan, así como de las distintas dinámicas que se dan en ese territorio de acogida.
Según las autoridades, de esa cifra de homicidios, el 88,1 % de las víctimas son hombres y el 11,9 % son mujeres, siendo Cundinamarca, Norte de Santander, Valle del Cauca, Atlántico y Antioquia los departamentos con el mayor número de casos.