El nuevo ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, biólogo sucreño de 38 años, ha superado tantos retos y obstáculos a lo largo de su vida que no se cansa de agradecer por todo lo que ha logrado. Sus padres, dos humildes campesinos de Flor del Monte sin formación completa, les enseñaron a él y a sus hermanos el incalculable valor de la educación como motor de transformación social. Su curiosidad, la misma que lo llevó a desarmar cuando era niño la grabadora de una tía para ver qué tenía por dentro, hizo el resto.
Desde entonces, y pese a los duros embates de la pobreza o la amenaza de la violencia que lo acechaba en los Montes de María, no ha dejado de aprender.
Hoy, tras asumir este desafío –el más importante de su carrera como científico– envía un mensaje a los niños y niñas más necesitados de Colombia, como él mismo lo fue, para que nunca desfallezcan en hacer realidad lo que les apasiona.