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A pesar de que en su momento Jorge Iván González publicó una extensa carta de renuncia en la que expresó agradecimiento al Gobierno de Gustavo Petro, solo fue hasta este viernes que el ex director del Departamento Nacional de Planeación (DNP) rompió el silencio y dio los motivos de fondo por los que no continuó en el cargo.

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En una columna de opinión titulada 'Facticidad y validez' y publicada en el Diario La República, el ex funcionario planteó, entre otras cosas, que el programa de desarrollo del presidente Petro es válido, pero no tiene en cuenta la realidad fáctica del país. Por esto, el exdirector del DNP puso de presente que su salida tiene que ver con la tensión que se ha generado entre esos dos aspectos.

'El discurso del programa de gobierno del presidente Petro es intrínsecamente válido. Se trata de un mensaje novedoso en el que se hacen explícitas dimensiones estructurales tan relevantes como la recuperación de los activos ambientales, la transición energética, la modernización del sector agropecuario (...) Pero más allá de la validez intrínseca del discurso, la puesta en acción de las ideas requiere de la facticidad', señaló en su columna de opinión.

Para González, hay una brecha 'insoluble' entre la validez del discurso del mandatario que es, a su juicio, transformador por su misma naturaleza, y la facticidad de la planeación, una división 'profundamente dolorosa', puntualizó. 

Y añadió que estas 'limitaciones intrínsecas alimentan desesperanzas, y generan frustraciones. Los electores sienten que las promesas no se cumplen, y que las realizaciones no llenan sus expectativas'. 

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Además sostuvo que 'el Plan de Desarrollo es una apuesta por la concreción del ideal discursivo. Es la formulación de programas de inversión específicos, que puedan ser financiables. El plan plurianual de inversión se queda cortísimo frente a los ideales del discurso. Es inevitable que así sea'. 

En la columna de opinión, González menciona que esas frustraciones, desesperanzas son el resultado de 'las numerosas limitaciones institucionales, sociales, económicas, jurídicas y políticas. En lugar de aceptar los hechos fácticos como una realidad sobre la que es necesario actuar, el gobernante cae en la tentación de negarlos', opinó.

Concluyó que su salida fue por la 'inevitable tensión entre facticidad y validez', que 'no se pudo resolver. El conflicto se volvió insalvable', aseveró. 

'La absolutización de la bondad del discurso llevó a desconocer la complejidad de su realización práctica. Quizás allí radique el motivo último que hizo inviable mi continuidad en la dirección del Departamento Nacional de Planeación', finalizó.