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El país conoció ayer el billete de $100 mil y mientras los coleccionistas se daban cita en las ventanillas del Banco de la República en las diferentes ciudades, los periodistas tomaban nota en la rueda de prensa de José Darío Uribe y las redes sociales estallaban en indignación colectiva señalando que el nuevo miembro de la familia del ‘peso colombiano’ era la ratificación de que nuestra devaluada moneda simplemente nos hace más pobres, en EL HERALDO mirábamos la parte de atrás del billete, la espalda del expresidente Carlos Lleras Restrepo.

En el reverso del nuevo billete, acompañado de una palma de cera por la que trepa un cosechero y de un pájaro barranquero, un poema de Luis Vidales:

'A la palma del Quindío
Le conté mi sueño un día,
Era la palma, era,
Era la palma de cera,
La palmera,
La palma del sueño mío.

Cohete que sube al cielo y estalla en el estrellío
Y cuando pasan los vientos
La palma se vuelve al río…
Oid el río del aire,
El río…, la palma del niño mío.

Aquí la palpo guardada
Aquí en el pecho,
Al lado izquierdo del alma
En donde llevo el Quindío'.

Y es que el lado izquierdo del alma y del raciocinio eran la esencia de este escritor. Vidales, otrora fundador del grupo literario ‘los nuevos’, fue también uno de los precursores del partido comunista colombiano donde además se desempeñó como secretario general. Él, el que estuvo en la cárcel 37 veces, el que hizo huelga de hambre y el que se rehusó en alguna ocasión a salir de su celda hasta que no fueran liberados varios obreros aprehendidos con él, adorna el billete de mayor denominación de la historia del peso colombiano

La relación entre Vidales y el Gobierno colombiano no siempre fue tan cordial y digna de una aparición en la moneda.

En su ejercicio como periodista, profesión que también ejerció desde la redacción de Tierra (periódico del partido comunista), apuntó con vehemencia la pluma contra la guerra que Colombia libró con Perú. La noticia no cayó muy bien entre los más patrióticos e hizo que las instalaciones del diario fueran atacadas y destruidas.

Desde la secretaria del partido comunista, por 1930, promovió una revolución agraria, lo que lo llevó a liderar el levantamiento de las fuerzas campesinas en Boyacá, Huila y Tolima, generando malestar en los gobiernos de turno.

En 1948, luego de la violencia desatada tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, amigo personal de Vidales, él y su familia se ven sometidos a una persecución política que se ejerce durante los periodos de los gobiernos conservadores (Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Roberto Urdaneta), razón por la que decide exiliarse en Chile.

Más adelante, cuando Alberto Lleras Camargo, amigo personal de Vidales llega al poder, le pide al poeta que regrese al país y se ponga al frente de la redacción de la Estadística Nacional, hoy Dane, en donde ejerce hasta cerca de 1978. Ahí se liman asperezas. Durante esa época, Vidales se reencuentra y rodea de contertulios como León de Greiff, Eduardo Zalamea Borda y Manuel Cepeda, entre otros.

Pero la cordialidad de sus relaciones con el Gobierno vuelve a romperse. En 1979, tras haber retomado su militancia comunista y bajo el mandato de Turbay Ayala, el apartamento de Vidales en Chapinero (Bogotá) es allanado por la fuerza pública durante la puesta en marcha del Estatuto de Seguridad (ley con la que se mermaron los movimientos de oposición y rebeldía que habían nacido y tomado fuerza en la década de los años 60 y 70) y él es llevado a las caballerizas de Usaquén, lugar en el que lo dejan incomunicado.

La privación de la libertad del poeta genera indignación internacional y un movimiento liderado por Jean-Paul Sartre se encarga de hacer ruido sobre el tema y ejercer presión para que sea puesto en libertad, difundiendo la información de los hechos a lo largo y ancho del orbe. Tienen éxito y Vidales sale de las caballerizas.

Tras estos sucesos, ya en el 1982, el escritor se alza con el premio nacional de poesía y en 1985 con el premio Lenin de la paz. En 1990, a los 90 años, muere en Bogotá y hoy, 26 años después es recordado y homenajeado en la nueva familia de billetes del Banco de la República. Su historia se guarda ahora en las billeteras colombianas, a la espalda de Carlos Lleras Restrepo.

-Texto con información de: Colombia Informa, Banco de la República, Poemas del Alma y Semanario Voz-