En el auditorio del BBVA del norte de Bogotá el presidente Juan Manuel Santos asistió a la entrega del Premio Excelencia en la Justicia 2016, que se otorga cada dos años como un 'reconocimiento a las buenas prácticas de gestión en materia de justicia'.
Acompañado por representantes de las Altas Cortes, funcionarios judiciales, congresistas, empresarios y funcionarios del Gobierno Nacional, el mandatario felicitó al Juzgado Promiscuo del Circuito de Puerto Rico, Caquetá, por 'incorporar nuevas tecnologías en su gestión judicial, con las que ha permitido un acercamiento entre el ciudadano y la justicia y ha hecho más eficiente su labor'.
Luego de esta mención recordó la frase 'si quieres alcanzar la paz, cultiva la justicia'.
Destacó que 'la justicia debe ser una preocupación cívica pues está directamente asociada a los principios de igualdad y libertad, y al mejoramiento de condiciones de competitividad, de prosperidad y de inclusión'.
Y sobre el Proceso de Paz que está en curso dijo: 'Dejaremos atrás –¡tenemos que dejar atrás!– más de medio siglo de guerra, y será el momento de consolidarnos como una nación donde la justicia sea la garante de una convivencia pacífica'.
Estas fueron las palabras de Juan Manuel Santos:
Bogotá, 24 de octubre de 2016
Me alegra mucho acompañarlos en la sexta entrega de los Premios a la Excelencia en la Justicia, que coinciden con los 20 años de la Corporación Excelencia en la Justicia.
¡Qué gran logro, doctora Gloria María, apreciado José Alejo y queridos amigos de la Corporación!
Y quisiera comenzar estas palabras reconociendo y exaltando el trabajo por la justicia de los ganadores de esta sexta edición del premio.
Felicito al Juzgado Promiscuo del Circuito de Puerto Rico, Caquetá, por incorporar nuevas tecnologías en su gestión judicial, con las que ha permitido un acercamiento entre el ciudadano y la justicia y ha hecho más eficiente su labor.
¡Qué buen ejemplo da este juzgado, y qué simbólico que hoy se reconozca su trabajo! ¿Por qué?
Porque son los encargados de ejercer la justicia en las zonas que han sido más azotadas por la guerra quienes mejor pueden aportar para que la paz se consolide en sus regiones en el periodo del posconflicto.
Recordaba hace poco una frase, que viene de una alocución latina: Si quieres alcanzar la paz, cultiva la justicia.
Felicito, también, a una entidad que se ha puesto la camiseta y nos ha dado grandes satisfacciones: la Superintendencia de Industria y Comercio.
En esta ocasión se le premia por su programa de Justicia Virtual para los Consumidores Colombianos, que facilita la utilización de herramientas tecnológicas y de espacios de mediación virtual en la solución de controversias entre empresarios y consumidores.
Y felicito a la iniciativa Te Protejo, de la Red PaPaz, que merece un reconocimiento especial por ser la primera vez que se da este premio a una iniciativa que no está a cargo de una entidad estatal.
Gracias por aportar a la defensa de los derechos de nuestros niños y adolescentes mediante la implementación de TIC en la denuncia de contenidos ilegales, y la articulación entre la sociedad civil y el Estado para hacer más eficiente la justicia.
¡Felicitaciones a todos! ¡Y muchas gracias por ayudarnos a hacer de Colombia un país más justo, más equitativo y más moderno!
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Ha corrido mucha agua bajo el puente desde 1996.
Nuestro país ha cambiado mucho en estas dos décadas de existencia de la Corporación, y nuestro sistema de justicia también lo ha hecho.
Esto ha ocurrido –en parte– gracias al esfuerzo incansable de la Corporación Excelencia en la Justicia por acercar ese valor de la justicia, ese bien supremo de la sociedad –tanto como la paz–, a los ciudadanos.
La justicia no es un asunto de interés exclusivo de los jueces o de las instituciones estatales, y ustedes son la prueba de esto.
La justicia debe ser una preocupación cívica pues está directamente asociada a los principios de igualdad y libertad, y al mejoramiento de condiciones de competitividad, de prosperidad y de inclusión.
Por eso valoramos el trabajo constante de la Corporación para lograr un sistema judicial más fuerte, con jueces y servidores públicos más calificados, con mejores condiciones de acceso a la justicia para todos los ciudadanos.
La Corporación –desde la sociedad civil– ha contribuido a darle a este tema de la justicia el lugar crucial que le corresponde en la agenda nacional, para hacer viable nuestro Estado democrático, nuestro Estado de derecho.
Ustedes –como voz de la ciudadanía que reclama una justicia más ágil, más confiable y más humana– nos han ayudado, nos han impulsado, nos han 'pellizcado', para que la mejoremos, para tenerla siempre presente en todas las decisiones de Estado.
La Corporación es una voz necesaria –tan necesaria que, si no existiera, habría que crearla– que señala con responsabilidad y rigurosidad las fallas existentes en nuestro sistema de justicia.
Pero lo más importante, lo que más resalto, es que ustedes no se quedan en el diagnóstico, sino que proponen soluciones ponderadas, realizables y concretas.
Por eso la Corporación ha sido –durante estos 20 años– un referente de seriedad y conocimiento, y ha sido protagonista en reformas, iniciativas, planes, estudios y decisiones de política pública sobre la justicia de nuestro país.
En el mismo tema de la paz, apreciada Gloria María, la Corporación ha hecho aportes lúcidos y pertinentes, que hoy quiero agradecerle.
Por un lado, produjo un diseño de jurisdicción agraria, de justicia rural para el posconflicto, que será de enorme utilidad cuando se implemente el punto 1 –sobre Desarrollo Rural Integral,-– del Acuerdo de Cartagena.
En el curso del proceso, la Corporación realizó mesas de expertos que analizaron el tema de la justicia para la paz, e hicieron comentarios sobre aspectos como la amnistía.
Y, en estas semanas recientes, prepararon una propuesta de acercamiento entre la forma en que está planteada la Jurisdicción Especial para la Paz y las tesis de quienes no apoyaron el Acuerdo, que está a consideración de los negociadores.
Hoy, más que nunca, Colombia necesita de organizaciones propositivas como esta, para que sean parte en la conformación, ejercicio y control del sistema judicial.
Y, por supuesto –como hacen hoy–, para que reconozcan y estimulen las buenas prácticas, las ideas innovadoras y el espíritu creativo en temas de justicia.
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Colombia está atravesando un momento de inflexión único que nos trazará el rumbo a seguir en las próximas décadas.
Dejaremos atrás –¡tenemos que dejar atrás!– más de medio siglo de guerra, y será el momento de consolidarnos como una nación donde la justicia sea la garante de una convivencia pacífica.
Como lo dije hace un par de días durante el Encuentro de la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, en este nuevo escenario –en el que trabajamos desde ya–, contar con una justicia cercana a los ciudadanos nos permitirá garantizar el respeto a los derechos humanos y al Estado Social de Derecho.
Para lograrlo, es esencial promover el ejercicio de una justicia que responda a las particularidades de nuestros ciudadanos en las regiones, y a las dinámicas en que se desarrolla cada comunidad, de manera que se asegure una mayor eficacia.
Es desde las regiones que germinará esa nueva Colombia en la que los ciudadanos dejemos a un lado el lastre de la guerra y recuperemos nuestros valores sociales y cívicos, nuestra capacidad de convivir en medio de la diversidad y las diferencias, sin violencia.
De eso se trata, precisamente, el Acuerdo de Paz de Cartagena, que firmamos el 26 de septiembre y que debe convertirse, muy pronto, en un nuevo acuerdo que congregue a la mayoría del país y que podamos implementar por el bien de todos.
Después del 2 de octubre, hemos sido testigos de marchas multitudinarias, de manifestaciones artísticas conmovedoras –como la de Doris Salcedo en la Plaza de Bolívar– y de solicitudes desde diferentes sectores de la sociedad, encaminadas todas hacia un objetivo superior, un anhelo nacional: alcanzar la paz.
Más allá de las diferencias frente al contenido del Acuerdo Final, los colombianos –los que votaron SÍ, los que votaron NO y los que se abstuvieron de votar– se están movilizando por este derecho consagrado en nuestra Constitución: el derecho a vivir en paz.
Yo les cumplí a los colombianos cuando les dije que sometería a su aprobación el Acuerdo. Y les cumplí –también– cuando les dije que acataría el resultado del plebiscito.
Una hora y media después de conocerse dicho resultado, acepté ante el país el veredicto de las urnas, y convoqué al diálogo nacional para escuchar los comentarios y sugerencias de todos, en particular de quienes no apoyaron el Acuerdo.
En este sentido, me pareció muy oportuno lo que planteó ayer en su columna de prensa el jurista Rodrigo Uprimny.
El Gobierno no está avalando, ni impulsando, ninguna de las demandas que cursan en las Cortes contra el plebiscito, o que cuestionan su resultado –varias de las cuales pueden tener fundadas razones jurídicas, que corresponde valorar a los jueces y no a nosotros–.
Para usar el término que utiliza Uprimny, no estamos intentando ninguna 'astucia jurídica' para desconocer el plebiscito.
Por el contrario, lo que el país y el mundo han visto es que, desde la noche misma del 2 de octubre, hemos reconocido el triunfo del NO en las urnas, y hemos trabajado sin descanso –y seguimos trabajando– para que el Acuerdo adquiera la legitimidad jurídica y política necesaria para poder ser implementado.
Luego de escuchar y de recibir, por casi 3 semanas, cientos de propuestas de los voceros de todas las tendencias en el país, los equipos negociadores del Gobierno y de las FARC las están analizando –ahora mismo en La Habana– para mejorar, para clarificar, para hacer viable el Acuerdo.
Yo tengo la certeza de que pronto –¡muy pronto!– vamos a poder cumplir a los colombianos su reclamo colectivo de alcanzar el mejor acuerdo posible y ponerlo en marcha sin dilaciones.
Agradezco al doctor José Alejandro, a la doctora Gloria María y a todos los miembros de la Corporación, por ser nuestros aliados en esta misión que nos encomendaron los colombianos de terminar –de una vez por todas– el conflicto armado.
Me siento muy honrado –pero, sobre todo, muy motivado– por el respaldo que hemos recibido de ustedes y de los funcionarios de la Rama Judicial.
Dentro del espíritu de diálogo y de concertación que ha tenido mi gobierno desde el primer día –desde el 7 de agosto de 2010¬–, he mantenido siempre una comunicación fluida con la Rama, dentro del respeto a su autonomía, que ha seguido hasta el día de hoy.
Precisamente, esta tarde me reuní con la Sala de Gobierno de la Corte Suprema de Justicia y los magistrados de la Sala Penal de esta alta Corte, quienes me hicieron unos comentarios muy constructivos, partiendo de la base de un respaldo expreso a la Jurisdicción Especial para la Paz.
Esto tiene un significado invaluable pues será la justicia la que garantizará la consecución de esa paz estable y duradera a la que le apostamos con todo el empeño.
Sin conflicto, podremos llevar la justicia a los rincones de nuestro territorio donde la guerra nos ha impedido llegar, para brindarles a nuestros compatriotas la seguridad, el acompañamiento y la confianza necesarios para vivir en paz.
Y podremos avanzar en tareas esenciales como las de mejorar nuestro sistema de justicia, algo en lo que hemos trabajado sin descanso durante nuestro gobierno.
Ustedes lo saben mejor que nadie: los nuevos códigos Administrativo, Procesal y Penitenciario; el Estatuto de Arbitraje; la eliminación del incentivo económico de las acciones populares; la Ley de Arancel Judicial, y la que amplió las fuentes de financiamiento de la justicia, han sido pasos en firme hacia un sistema más ágil, más moderno y cercano al ciudadano.
Pero aún podemos hacer mucho más.
Por eso celebro que hace dos semanas se haya presentado al país la Misión Justicia, una iniciativa conjunta de la Rama Judicial, el Congreso de la República y el Ministerio de Justicia que busca optimizar este servicio esencial en todos los sentidos.
Juntos –los tres poderes–, con el acompañamiento de las organizaciones sindicales de la Rama Judicial, de las facultades de derecho y de organizaciones expertas, como esta Corporación, vamos a articular esfuerzos para lograr la meta de tener una justicia más eficiente y en sincronía con las necesidades actuales de nuestro país.
Tenemos frente a nosotros grandes retos y sé que los colombianos contamos con ustedes para llevarlos a buen término.
Los felicito de nuevo por estos primeros 20 años de la Corporación y hago votos para que el Plan Estratégico de Optimización de la Justicia –del que nos habló la doctora Gloria María– rinda frutos y les permita aportar, como siempre lo hacen, a una Colombia más justa y –por supuesto– a una Colombia en paz.
Muchas gracias