Si hay un lugar donde tiene cabida lo disparatado es Nueva York, donde muchos transeúntes quedaron desconcertados al encontrarse al Papa Francisco I saludando desde un convertible blanco. El carro, que recorrió las principales avenidas de Manhattan, llamó la atención al punto que muchas personas marcaron a la Policía para denunciar que el Papa estaba siendo trasladado sin las adecuadas medidas de seguridad.
El Santo Padre era en realidad una estatua de cera del Museo Madame Tussaud's que, según revelan, tardaron más de cuatro meses en terminar. Con esta simpática broma quisieron presentar la nueva adición al catálogo del lugar, compuesto por figurines de diferentes luminarias.