El caracol africano, considerado como una de las cien especies exóticas más dañinas del mundo, es un peligroso molusco invasor, capaz de dañar cultivos y jardines, así como de transmitir parásitos que atentan contra la salud humana. Esta especie sigue encendiendo las alarmas en el Departamento y en la ciudad, donde, según el Departamento Administrativo del Medio Ambiente en Barranquilla (Damab), se han hallado en diferentes barrios como Paraíso, Altos del Prado, Altos de Riomar, entre otros. La bióloga Andrea Echeverri explicó, en diálogo con EL HERALDO, que si no se realiza un control manual, el caracol africano no se va a erradicar. 'Esta es una especie que no se va a ir porque es una especie exótica e invasora que no tiene depredadores naturales y está en unas condiciones climáticas que le permitieron establecerse', dijo. Debido a las inquietudes de la comunidad, y con el fin de combatir a la dañina especie, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) ha desplegado operativos en municipios como Soledad, Baranoa, Polonuevo y la zona residencial de Villa Campestre (Puerto Colombia). 'El peligro consiste en que es un animal que transmite enfermedades, es portador de una serie de virus que pueden afectar la salud y que por lo tanto se recomienda cuidado en su manipulación', señaló recientemente el director de la CRA, Alberto Escolar, quien, además, advirtió que las lluvias hacen que aumente la presencia de los moluscos. Echeverri, además, explicó de qué manera el clima influye en la aparición de la especie, y, al igual que Escolar, indicó que en los periodos de lluvias las condiciones son más favorables para ellos, ya que, como son de África, vienen de un ambiente parecido al de nosotros. 'Tienen la capacidad de quedarse en clima frio hibernando o en clima caliente estibando, es decir, como en un estado de pausa. Cuando las condiciones vuelven a estar adecuadas se reactivan y empiezan a salir de los sitios donde están escondidos', detalló la profesional. En charla con ese medio, la malacóloga Adriana Gracia, experta en caracoles del programa de Biología de la Universidad del Atlántico, explicó que el Achatina Fúcila (nombre científico de este caracol) no tiene depredadores que controlen sus ciclos de reproducción, lo que conlleva a su expansión. Al respecto, Echeverri especificó que por su 'gran tamaño y voracidad, su biología, en algún punto, le permite sobrevivir casi que en cualquier tipo de condiciones, entonces lo hace un competidor difícil de vencer. Compite por alimento y por espacio'. En el mismo orden de idea, la bióloga dijo que la diferencia que existe con los caracoles nativos de nuestro país es que, como hacen parte del ecosistema, tienen depredadores naturales. Asimismo, dijo que no son nocivos para notros, mientras que los africanos sí. Dentro de las recomendaciones que brinda el Damab, en caso de llegar a cruzarse con uno de estos, está evitar el contacto, pero en caso de manipularlos debe ser con guantes y tapabocas. 'Deben ser depositados en una bolsa, agregarles sal común o arsenato de calcio en el cuerpo, y no en el caparazón, hasta lograr la deshidratación', recomendó la directora general del Damab, Sara Belén Rodríguez Manzur. Por su parte, Echeverri añade que lo mejor es 'llevarlos a la autoridad ambiental, en este caso, el Damab'. Aseguró que no es recomendable arrojarlos a la basura porque 'estos animales van a encontrar allí un refugio, una mayor humedad y pueden comer desechos y partículas orgánicas, entonces sería contraproducente'.